Mercado de candidatos

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

En la política ecuatoriana ha surgido un fenómeno sui géneris: el mercado de candidatos libres. Se parece al mercado de pases libres del fútbol. Donde, generalmente, concurren jugadores en el último tramo de su vida profesional, a quienes sus equipos los han liberado, desprendiéndose de los derechos que tienen sobre su venta o transferencia a otros equipos, para que manejen a su voluntad sus declinantes carreras.

El ejemplo más cercano que tenemos es el de Antonio Valencia. Otto, aunque apenas está comenzando su carrera política, es el Valencia del mercado político nacional.

¿Qué ofrece Otto? Juventud, un año y medio en la función pública y la voluntad de ser presidente. Algo que no se conoce muy bien es si Otto se hará cargo enteramente de la negociación de su pase o, como en el caso de Lionel Messi, lo hará bajo la dirección de su padre.

Nebot ha ido al mercado. Le interesa fichar a Otto. Pero no hay solo candidatos dueños de sus propios pases. En el mercado se encuentran, también, organizaciones, la mayoría de ellas cuasi partidos, en busca de candidato. Los socialcristianos forman parte de esta categoría.

El caso de los correístas es un poco especial. No son un partido, sino un grupo de fanáticos a la caza de una organización formal que pueda acoger a sus candidatos. “Fuerza Compromiso Social”, del reo Iván Espinel, es -cuestión de afinidades electivas- su principal opción. Aunque podrían perderla, si el Consejo Electoral, respetando la ley, cumple con las recomendaciones –vinculantes- de la Contraloría relativas a la eliminación de este partido.

Algunas organizaciones políticas operan fuera del mercado de pases. Se trata de partidos o movimientos que se han conformado, básicamente, para llevar a un candidato a la presidencia. “Adelante, Ecuatoriano, Adelante”, el partido de Alvarito Noboa, ahora expulsado del juego, es el mejor ejemplo de lo que estamos diciendo.

También “Creo”, aunque este parece estar dando pasos para constituirse en un verdadero partido, algo que se sabrá más adelante, si logra mantenerse activo durante al menos dos procesos electorales después del retiro de su fundador.

En países con democracias sólidas, los partidos, no los candidatos, son los principales protagonistas de las elecciones. Que un candidato se imponga al partido, como ocurrió con Donald Trump y el Partido Republicano, en los Estados Unidos, es un indicador de que el sistema se está debilitando.

En suma, que, como ya es nuestra costumbre, seguiremos votando por personas y no por partidos, porque, simplemente, no hay, en el país, organizaciones dignas de ese nombre. Y ya que lo vamos a hacer, exijamos que nuestro candidato cumpla con las virtudes y prohibiciones señaladas por Erasmo de Róterdam. Virtudes: sabiduría, justicia, moderación, previsión, celo por el bienestar público. Prohibiciones: no violentar, no expoliar, no vender magistraturas, no dejarse sobornar.

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