El director del Festival de Cine de San Sebastián, José Luis Rebordinos, afirma que la pandemia de coronavirus complicó este año la selección de filmes españoles y “muchísimo más aún” la de latinoamericanos, si bien, poder presentar películas destinadas a Cannes (Francia) da al certamen «mayor envergadura».
«El que no se celebre (el Festival de) Cannes es una mala noticia por encima de todo. Dicho esto, el disponer de algunas de sus películas da a la competición un cuerpo un poco más fuerte que otras ediciones porque son los títulos claves del año», señala Rebordinos en una entrevista con Efe.
Sin embargo, lamenta que algunos de los filmes españoles y latinoamericanos que esperaban para San Sebastián no han terminado de rodarse o no han comenzado a filmarse siquiera a causa de las medidas adoptadas para frenar la COVID-19.
«Este año tenemos menos películas latinoamericanas que nunca, como le ha pasado a Venecia, donde solo se ha presentado una con toda la potencia que tienen esos países», señala el responsable del Festival de San Sebastián.
Rebordinos recuerda que el certamen donostiarra cuenta con diecisiete títulos de Cannes, siete en la Sección Oficial, entre ellos «El olvido que seremos», de Fernando Trueba, la cinta de clausura que acude fuera de concurso.
La película está basada en la novela homónima del colombiano Héctor Abad Faciolince sobre la vida de su padre, un médico y activista en pro de los derechos humanos asesinado en Medellín (Colombia) en 1987.
Pese a todos los inconvenientes que conlleva organizar una edición en plena pandemia, Rebordinos asegura que siempre apostaron por celebrar el Festival, aunque admite que con la segunda oleada sí tuvo «cierto miedo» de que no fuera posible, aunque finalmente las autoridades dieron el visto bueno a todos los protocolos de seguridad que establecieron.
No tiene aún datos, pero el gasto derivado de la crisis sanitaria va a suponer «una cantidad importante» sobre un presupuesto que cree que no pasará de los siete millones de euros y calculan que habrá una reducción de en torno al millón y medio de euros en los ingresos por patrocinio, publicidad y taquilla, que habitualmente suman entre el 42-44 % del presupuesto.
El Festival, uno de los más destacados de Europa, se celebrará del 18 al 26 de septiembre y, ante las dudas sobre las visitas, han preferido no dar nombres por si finalmente se frustran.
Una vez que se supere la pandemia, el Festival espera volver a un modelo similar al de los últimos años, aunque advierte de que «en lo básico no ha cambiado» porque las proyecciones van a ser presenciales y las ruedas de prensa ya podían seguirse de forma telemática. «Ahora, desgraciadamente, serán solo por ‘streaming’ cuando no puedan venir los equipos», apunta.
Probablemente, matiza, utilicen más «lo online» para alguna actividad de industria, «pero sin renunciar a lo presencial».
Opina que tras la crisis sanitaria, quedarán tocados los festivales más pequeños pero cree que es muy difícil que se tomen decisiones que pongan en peligro a los festivales grandes.
«A Cannes lo va a aguantar el Gobierno francés, a San Sebastián el español y las instituciones vascas. Podrá ser un poquito más complicado, igual hay algunos recortes, o no, pero lo van a aguantar», destaca.
Reconoce que es un «momento muy delicado», «sobre todo para la distribución y fundamentalmente para la exhibición».
Rebordinos no está en contra de las plataformas «online», piensa que son «un muy buen complemento», pero que las salas «no deben perderse como el gran espacio de proyección».
Así lo han explicitado los ocho grandes festivales europeos, entre ellos San Sebastián, que se han comprometido en Venecia (Italia) a colaborar en defensa del futuro del sector ante los estragos de la COVID-19. «Tenemos claro que la mejor manera de ver una película es en una sala de cine y que esa tiene que ser nuestra primera opción», subraya. EFE