Los votos de octubre

Hernán Pérez Loose

Guayaquil, Ecuador

No hay los votos en la Asamblea Nacional para aprobar la Ley de Extinción de Dominio. Pero sí los hay para enjuiciar políticamente a la ministra Romo por el uso de bombas lacrimógenas en contra de las turbas que arrasaron con Quito en octubre del año pasado. No, no es broma. No ha habido los votos para expulsar o suspender de su seno a asambleístas que tienen glosas por más de 40 millones de dólares o que han sido condenados por la justicia penal y que asisten campantes a la Asamblea o que en su momento taparon los abusos sexuales en las escuelas para no empañar la imagen del Gobierno anterior.

No, para eso no hay los votos. Sí los hay para elegir presidente de la Comisión de Justicia a un individuo que tiene 19 investigaciones fiscales y 3 denuncias penales. Pero no hubo los votos para aprobar un informe acusatorio en contra de la presidenta del Consejo Nacional Electoral y así poder llevarla a juicio político. Allí los partidos que hoy se rasgan las vestiduras bloquearon ese enjuiciamiento político. No hay votos para reformar la legislación penal para endurecer las penas de los delitos en contra de la Administración Pública, como lo propuso el asambleísta Callejas. No ha habido decisión ni votos para reformar la legislación de contratación pública y eliminar los resquicios que han facilitado el robo más descarado en la obra pública. No hay decisión ni votos para reforzar a la Fiscalía, darle autonomía y sobre todo recursos económicos para enfrentar el fenómeno de la corrupción.

El régimen anterior, calificado como el más corrupto de nuestra historia, dejó tras de sí una maraña legislativa y un laberinto normativo creado ex profeso para encubrir el enriquecimiento de la pandilla y para violar sistemáticamente los derechos humanos. En su esfera de competencia, la fiscal general ha dado pasos importantes para devolver cierta institucionalidad al país. La Corte Constitucional y la Contraloría han hecho otro tanto. Y hasta el Ejecutivo ha puesto de su parte. Pero la Asamblea no tiene votos para eso.

Increíblemente, para lo que sí hay votos es para censurar a la ministra de Gobierno por supuestos abusos en contener la cobarde agresión a la capital del país por hordas de salvajes. Con esta absurda decisión, y a pesar de que digan y griten que no es así, la Asamblea lo que hará es darle un trofeo a los líderes que protagonizaron esa agresión, invitarlos a que lo hagan de nuevo y legitimarlos internacionalmente.

Ya bastante daño le ha causado al país la actual Asamblea. No se entiende sinceramente cuál es la necesidad de irrogarle ahora un perjuicio de esta magnitud.

La odiosidad que ha despertado la doctora Romo en muchos asambleístas no puede estar por encima del interés de preservar al Ecuador frente a acciones de terrorismo. Con decisiones como estas es como se han destruido las democracias en la historia. Quienes estaban llamados a ser guardianes de su vigencia permitieron el ingreso, abierto o subrepticio, de sus enemigos por la puerta principal de sus instituciones. Poco importa si lo hicieron por estupidez, ingenuidad o cálculos electorales. El resultado es el mismo.

La pandilla, desde sus guaridas de Latacunga o Bélgica, y los líderes terroristas del pasado octubre seguramente enviarán a los asambleístas un caluroso agradecimiento. (O)