Guayaquil, Ecuador
La pandemia ha revelado, incluso amplificado las heridas que como sociedad tenemos. Heridas que se hacen visibles en la violencia, drogadicción, delincuencia, corrupción, ineficiente sistema de salud y falta de oportunidades. Hoy, se necesita un líder que ayude a sanar estas heridas volviendo a lo que realmente importa: el bienestar familiar.
¿Familiar? Sí. Por que la familia es el entorno natural que permite o no crecer, impulsar y potenciar a las niñas y mujeres. Pero ¿las mujeres quieren empleo? Por supuesto, y aquí viene lo importante: para la mujer: el empleo es fundamental pero no es lo único, las MUJERES QUEREMOS MÁS.
La mujer ecuatoriana, aquella que madruga por sus hijos, que cuida de sus padres, que busca como emprender, que visita al familiar enfermo, que consuela en medio de un duelo necesita un líder que dé acceso a un sistema de salud eficiente y brinde oportunidades educativas y profesionales, que LIMPIE las calles de la droga y la delincuencia, que propicie un entorno donde se pueda prosperar. Como vemos la fórmula exitosa y necesaria es la que ve más allá de la carencia económica.
Una madre no puede ser feliz ni trabajar por sus metas personales y profesionales si ella y sus hijos están en peligro. Cuando la mujer, o cualquier persona, vive en un estado de constante preocupación y tensión se activa en el cerebro el cortisol, esta hormona afecta a la mujer en tres niveles físico, psicológico y de conducta. Surgen los problemas físicos, el sistema inmune se deprime, baja la concentración, invade la tristeza e incluso llega la depresión.
El sociólogo Donati recalca que “la familia es –la célula vital de la sociedad- y de su salud o enfermedad dependerá la salud o enfermedad del entero cuerpo social.” Ningún plan económico, por muy brillante que sea, es sostenible en una sociedad enferma y deprimida.
Toda mamá quiere que sus hijos estén sanos y felices, y espera que las políticas públicas ayuden a proteger lo mas importante que es la vida combatiendo la violencia, el abuso sexual y las drogas, que no sean negadas de la atención sanitaria o educativa, que se les de oportunidades para salir adelante, que se erradique la desnutrición y se devuelva la esperanza en un país que apoya el bienestar familiar.
Es incalculable la labor que la mujer realiza en su familia. Ella es quien alimenta, educa, cura, arregla, ordena, cuida, provee… todo esto muchas veces en circunstancias totalmente adversas, asechada por constantes peligros y obstáculos. ¿Se imaginan como sería la vida de las mujeres y los niños en un entorno seguro, justo y digno?
El sociólogo Brad Wilcox en su estudio “Familias fuertes, Estados prósperos” concluye que la familia provee del capital humano y social indispensable para que una sociedad prospere. Proponer por ejemplo incentivos tributarios en contratación femenina, guarderías, contratos por hora, conciliación trabajo-familia, teletrabajo en lo laboral pero también educación en desarrollo humano, habilidades blandas, manejo del dinero, crianza, es decir en un proyecto de vida integrado; arte, valores y deporte como prevención en lo social.
Una visión de gobierno que vea a la mujer y a la familia como un aliado, realizará la mejor inversión para la prosperidad individual y social, ya que aplicar políticas públicas sociales con este enfoque, no es una opción sino una prioridad. El nuevo gobierno recibe un estado y una sociedad en quiebra económica, pero sobre todo una población que se puede clasificar como “de alto riesgo”.
Es urgente, estimados candidatos, apoyar a las mujeres y a su entorno, no con soluciones parches sino desde las verdaderas causas, desde sus verdaderos problemas, es urgente que hoy su voz y sus sueños sean escuchados.