Igor Yebra se va de Uruguay «sin resquemor»

Igor

Montevideo, 30 dic (EFE).- Inquieto, perfeccionista y amante de los retos, como el que en 2018 le hizo asumir la dirección del Ballet Nacional del Sodre (BNS), el español Igor Yebra se despide de Uruguay, país donde lo ha dado «absolutamente todo» y del que se va «sin resquemor» pese a su controvertida no renovación en el cargo.

Horas antes de abordar el vuelo que le reunirá en España con su familia, el bailarín y coreógrafo (Bilbao, 1974) concede a Efe una entrevista en la que repasa sus casi tres años de trabajo en el país suramericano, analiza «la crisis continua» de la cultura y deja asomar algún proyecto futuro.

Igor Yebra

Pese a no que no pudo completar «un proyecto a 5 años» con el ballet que preparaba sobre la poeta uruguaya Delmira Agustini (1886-1914) y así cerrar una suerte de trilogía nacional -con «El Quijote del Plata» (2018) y «La tregua» (2020)-, califica de «apasionante» la improvisación con que se trabaja en Latinoamérica.

«En toda Latinoamérica creo que hay mucho trabajo por hacer y te dan la calma y el tiempo. Eso no te lo dan en Europa. No puedes improvisar porque tienes una temporada hecha y no hay esa locura como hay aquí a veces», explica.

En una «visión grande de internacionalización» del BNS, proceso iniciado por su antecesor, el argentino Julio Bocca (2012-2018), y continuado por él, Yebra soñaba con la denominación de Ballet Nacional de Uruguay e insiste en que «ha sido un tiempo escaso» para completar su labor.

URUGUAY Y EL AMOR

«Uno deja un lugar donde lo ha dado absolutamente todo, sin ningún tipo de reserva y sin esperar nada a cambio, casi como un amor, o como yo considero que se tiene que hacer en el amor: uno lo da todo y no espera nada y, de repente, te encuentras con que del otro lado te dejan y te queda esa sensación extraña», define Yebra su salida del BNS, conocida meses atrás.

Consciente de que la no renovación en su cargo ha sido «una decisión política», motivada por el cambio de autoridades en 2020, reconoce que no guarda «odio o resquemor» y que se queda con «el cariño y el apoyo brutal» de mucha gente, como los numerosos representantes del mundo de la cultura que firmaron recientemente una carta de apoyo a su gestión.

«Llega una gente nueva, tiene una idea nueva, les gusta lo que tú haces, pero tiene una idea nueva y deciden cambiar. La vida es así y yo lo acepto, tal cual es, porque sé que las cartas son estas. Hay que aceptarlas, lo cual no quiere decir que no duela», explica.

Bailarín profesional desde los 14 años y estrella en elencos internacionales, Yebra tiene como hito su papel protagonista en «Iván el Terrible» en 2004 en Moscú, siendo el primer no ruso en interpretar dicho papel.

Llegó a Uruguay a finales de enero de 2018 para relevar en el BNS a Bocca, «que era un ídolo y sigue siendo un ídolo», recuerda el español, lo que complicó sus primeros pasos, ya que al comienzo se sentía «medido» respecto a su antecesor.

«Lo más fácil era que me hubiera ido mal», recuerda sonriendo.

De su sucesora -aunque su nombramiento aún no es oficial-, la exbailarina uruguaya María Noel Riccetto, solo dice que han intercambiado mensajes «un par de veces» y que su teléfono está disponible si precisa algo.

UN «PAISITO» QUE NO ES TAL

Yebra rescata que el trabajo desarrollado en sus casi tres años ha sido «un logro», con éxitos como «El Quijote del Plata», con el que el BNS acudió a varios festivales internacionales, o «La tregua», adaptación al ballet de la novela más conocida de Mario Benedetti en el centenario de su nacimiento (1920-2009).

«Creo que hemos hecho algo que puede estar a un nivel equis, el que sea, pero que la gente uruguaya se sienta orgullosa de tener un producto así y que pueda lucirlo por el mundo muy dignamente», indica sobre el ambicioso proyecto, estrenado en noviembre de 2020 y en el que implicó a reconocidos artistas locales, como el dramaturgo Gabriel Calderón o el músico Luciano Supervielle, entre otros.

Por este talento y la calidad que dice haber encontrado en el camino, Yebra se opone a la «mentalidad de paisito» que existe en Uruguay, aunque «va ligado a su cultura, un país pequeño, con un número pequeño de habitantes y en el que todos se conocen».

Mientras saborea un té en un sillón de la librería Más Puro Verso, uno de sus rincones favoritos en Montevideo desde que la conoció en 2012 -cuando actuó invitado por el BNS en «La viuda alegre»-, Yebra rechaza hablar de los problemas actuales de la cultura porque, en su opinión, está en «crisis continua».

2008

«Ya en 2008 me preguntaban lo mismo. La cultura vive en una crisis continua y el mundo de la danza ni te cuento. Tiene el virus de la crisis instalado. Cuando uno es un virus ya de por sí, busca la manera de salir para reconvertirse», declara Yebra, quien expone que artistas y creadores han usado, durante siglos, «la imaginación y el pensamiento» para «encontrar fórmulas» para «reinventarse».

La pandemia de la covid-19 provocó la suspensión de espectáculos en Uruguay, como en todo el mundo, lo que, en opinión del bailarín y coreógrafo vasco, supone que la temporada 2021 «está perdida» y que «hasta mediados de 2022 no empezará a tomar vuelo».

Entre sus proyectos inmediatos están «sujetar, sostener y dar apoyo» a la escuela de danza que tiene en Bilbao y que atraviesa «un momento complicado» y un «desafío» del que no quiere ofrecer detalles, si bien agrega que no lo había hecho «nunca hasta ahora» y del que podría conocerse algo más «a mediados de enero». EFE (I)

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