Sudamérica en elecciones

Pedro Corzo

Miami, Estados Unidos

Varios países de América Latina celebran elecciones este año, enmarcadas en la pandemia del coronavirus que, como dice el periodista ecuatoriano Fernando Aguayo, a pesar de su nocividad es mucho menos dañino que el socialismo del siglo XXI. Un comentario muy bien fundamentado porque Aguayo ha padecido las dos pestes.

Ambos virus, el biológico y el ideológico, afectan profundamente la condición humana. Y en tiempo de elecciones, cuando la responsabilidad ciudadana es más importante, es particularmente peligroso que un electorado ganado por la apatía les preste su respaldo a postulantes enfebrecidos por la envidia, la frustración y el resentimiento. Emociones que solo son capaces de cambiar las cosas para peor. 

Ecuador, Arauz, Correa

Ecuador es el primer país en ir a las urnas. Y lo hace bajo la sombra ominosa de Rafael Correa, convicto por varios delitos y exiliado en Bélgica. El ex presidente intentó postularse nuevamente, pero una sanción judicial en su contra lo invalidó. No obstante, el liderazgo que aún detenta sobre un sector de la población le ha permitido seguir en el juego a través de su protegido, Andrés Arauz

De ser Arauz electo presidente veremos a Correa libre de toda culpa; tal y como ocurrió en Bolivia con Evo Morales, otro delincuente que quedó libre de sus crímenes porque su elegido, Luis Arce, ganó las elecciones. Ambos caudillos afectaron gravemente la institucionalidad de sus respectivos países, pero lo peor es que siguen contando con el respaldo de un sector importante de la población, para el que no son relevantes los abusos y depredaciones de los caudillos. Para estas personas solo son significativas las promesas de cambios que impulsan las políticas económicas de subsidios, que envilecen a la ciudadanía, tal y como apreciamos en la Argentina de los Fernández. 

Expresidente Rafael Correa junto a Andrés Arauz, candidato por el correísmo en las próximas elecciones de febrero de 2021

Perú, un futbolista

El segundo país en tener elecciones generales es Perú, donde posiblemente se inició la decadencia de los partidos políticos tradicionales de la región. Una situación que se ha ido repitiendo en muchas naciones del continente, en las que los partidos han sido sustituidos por pandillas cuyos objetivos no son ideológicos ni políticos, sino el control permanente del Estado para beneficio exclusivo de la jerarquía en el poder. Un escenario que se aprecia en todas su desgraciadas consecuencias en Venezuela, donde una banda de criminales se ha apoderado de las instituciones del Estado para su exclusivo provecho. 

Perú, la tierra del otrora poderoso partido Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), es el primero de América con proyección internacional donde un civil, Alberto Fujimori, ganó las elecciones sin estar afiliado a ninguna fuerza política importante. Una situación que al parecer se repite, porque la fotografía electoral del momento –nos lo dice Víctor Andrés Ponce, director de este portal– indica que el candidato con mayor simpatía popular en el momento es exfutbolista George Forsyth. Aunque el panorama electoral es imprevisible, el país deberá escoger si sigue en la ruta de la libertad y el desarrollo económico o elige el camino del chavismo que conduce al desastre venezolano. 

El reemplazo de Piñera

Un tercer país, Chile, también se prepara para elecciones presidenciales, en las que deberán elegir el relevo de Sebastián Piñera. Un mandatario muy cuestionado, por sus malos resultados frente la pandemia del Covid, 19 y que ha enfrentado serias protestas populares, que para muchos observadores formaban parte de una agenda subversiva más que política. Además, el país este año elegirá un número de personas para iniciar la redacción de una nueva Carta Magna que regirá los destinos de la nación, dejando atrás el legado constitucional del régimen de Augusto Pinochet.

Chile es para los países influenciados o controlados por el castro chavismo un objetivo importante por su notable carga simbólica, ya que fue el primer país de América en el que un dirigente de la izquierda, Salvador Allende, apoyado por el castrismo, llegó al poder. 

Honduras y Nicaragua tienen elecciones generales este año, pero esos son temas para otro espacio porque en ambos países hay complejidades que merecen ser analizadas con particular detenimiento. Principalmente Nicaragua, donde manda, no gobierna, un dinosaurio que sobrevivió a la Guerra Fría.

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