Francia aplica desde este domingo una serie de nuevas restricciones, con un cerrojazo en las fronteras y la clausura de los grandes centros comerciales, para observar durante unos días si puede evitar un tercer confinamiento, que el Gobierno contempla si el ritmo de contagios da signos de dispararse.
«Todo parece indicar que podría perfilarse una nueva ola a causa de la variante (británica), pero tal vez la podremos evitar gracias a las medidas que hemos decidido de forma temprana y que los franceses respetan», explica el ministro de Sanidad, Olivier Véran.
En una entrevista publicada por Le Journal du Dimanche, el ministro justifica la batería de medidas anunciadas al término de una reunión presidida por Emmanuel Macron el viernes por la noche y que entran en vigor hoy en lugar del confinamiento al que varios miembros del Ejecutivo habían preparado los días anteriores con sus declaraciones alarmistas.
«El presidente consideró que no era urgente confinar, que todavía había una oportunidad para evitar el confinamiento» porque «la ligera desaceleración de las contaminaciones nos permite observar durante unos días lo que va a ocurrir», cuenta Véran.
En concreto, el número de casos (algo más de 20.000 diarios de media) ha aumentado un 4 % en una semana, lo que para el titular de Sanidad no es un alza exponencial y muestra que el dispositivo que estaba en vigor, con un toque de queda nocturno desde las 6 de la tarde a las 6 de la mañana, «produce resultados».
La circulación de las nuevas variantes del coronavirus progresa a un ritmo del 50 % cada semana, inferior al que se constata en otros países (del 70 al 100 %). El diagnóstico global de Véran es que «el riesgo al que nos enfrentamos es posible, e incluso probable, pero no seguro».
En un mensaje en su cuenta de Twitter, Macron hace un llamamiento para que se respeten las nuevas consignas sanitarias y manifiesta su confianza en los franceses: «Las horas que vivimos son cruciales. Hagamos todo lo posible para frenar la epidemia juntos».
Desde hoy están prohibidos los viajes entre Francia y cualquier país exterior al Espacio Económico Europeo (los de la Unión Europea, Andorra, Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Noruega, San Marino, Suiza y el Vaticano) en uno u otro sentido salvo por un «motivo imperioso de carácter personal o familiar, por motivo sanitario urgente o por razones profesionales que no se pueden aplazar».
En cuanto a los desplazamientos hacia o desde los países del Espacio Económico Europeo, son posibles pero para entrar en Francia hay que haberse hecho, como mucho 72 horas antes, un test PCR negativo y no solo para trayectos en avión o en barco, sino ahora también para los de carretera y por tren.
Los únicos que quedan exentos de esa prueba PCR son los camioneros, los trabajadores transfronterizos y las personas que tienen su residencia a menos de 30 kilómetros de la frontera.
Además, junto al test al llegar a Francia se recomienda «fuertemente» aislarse durante siete días y realizar un nuevo test de COVID-19 al cabo de ese tiempo. EFE (I)