Ecuador, como salido de una novela de Mario Puzo

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

«La fuerza de una familia, como la fuerza de un ejército, se funda en su mutua lealtad»

Mario Puzo

A lo largo de los años han existido clanes que infundieron un miedo atroz. En la época del Renacimiento la sola mención de los Borgia, en una Italia que estaba destinada a separase y cuyos estados se amenazaban por conquistarse entre ellos, el cardenal Rodrigo Borgia (1492-1503) fue la principal  figura de la familia más controvertida de la historia. Rodrigo (más tarde conocido como el Papa Alejandro VI) supo proteger su linaje e incluso anteponer sus intereses eclesiásticos y papales a tal punto de someter a una relación incestuosa entre sus hijos César y Lucrecia para mantener el apellido.

La ambición de poder, evidentemente, llevó a que la Iglesia sea señalada por casos de corrupción y excesos. Varios sacerdotes acudían a prostíbulos, socapaban el tráfico de personas y la venta de esclavos: afloraba el pecado. Aquellos comportamientos permitieron que el índice criminal en Italia se elevara a niveles aún más grandes, mientras la población seguía sometida al pánico que causaba la peste negra que asoló a gran parte de Europa.

Puede que estos datos de la familia B. suenen bastante lejanos. No obstante, el Ecuador también tiene su propia dinastía B. que no ha salido del poder desde 1956, donde, en esos años afloró la figura de un imponente Assad Bucaram. Es curioso como la historia se repite en diferentes territorios y contextos. La lucha por conseguir un puesto político hoy en día va más allá de una mera campaña política o propuestas sólidas. Ahora, como en los tiempos de los Borgia, se basa (en ciertos grupos) en el crimen organizado y la corrupción. El miedo es la mejor arma, mientras los ciudadanos son presas del pánico de las vendettas, al puro estilo de la Cosa Nostra donde todo se basa en la omertà, al tiempo que otra pandemia asola nuestras vidas en todo el suelo ecuatoriano.   

Pero, para un grupo, hay otro que busca sobreponerse. ¿Cómo olvidar ese encuentro entre Ricardo Rivera (tío de Jorge Glas) y Jacobo Bucaram (hermano de Dalo Bucaram e hijo de Abdalá Bucaram) en un restaurante en Guayaquil, donde Rivera salió golpeado (muy mal herido) por un malentendido con Dalo? Algo que podría verse representado en ese fragmento:

SOLLOZZO: «Lo siento…»

MICHAEL: «Déjalo en paz»… Olvídate de eso».

SOLLOZZO: “Lo que le pasó a tu padre fue un negocio. Tengo mucho respeto por tu padre. Pero tu padre, su pensamiento es anticuado. Debes entender por qué tuve que hacer eso.

MICHAEL: «Entiendo esas cosas …»

SOLLOZZO: «Ahora analicemos a dónde vamos desde aquí».

MICHAEL: «¿Cómo dices…?» “Voy un momento al baño”…

[Michael regresa del baño]

SOLLOZZO: “¿Todo bien? Me respeto, entiendo y no puedo permitir que otro hombre me detenga. Lo que sucedió fue inevitable. Tuve el apoyo tácito de los otros familiares. Si su padre estuviera en mejor estado de salud, sin que su hijo mayor manejara las cosas, sin faltar al respeto, no tendríamos estas tonterías. Dejaremos de pelear hasta que su padre esté bien y podamos reanudar la negociación. No se tomará venganza. Tendremos paz, pero su familia ya no debería interferir «.

Entre cruce de acusaciones y conflictos, mueren inocentes. Efraín Ruales es el nombre más citado en esos últimos días por esa precisa causa. La palestra política, aprovechando su fatal muerte, hizo que candidatos ofrecieran el oro y el moro para “saber más” de su asesinato. Todo se ha vuelto político, en el mal sentido. La lucha entre la dinastía Correa (compuesta también por amigos cercanos) y el linaje Bucaram tienen grescas que parecen nunca terminar… ¿Hasta cuándo?  

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