El castrismo cuenta cuentos

Pedro Corzo

Miami, Estados Unidos

Hay que reconocer que los que orquestan campañas a favor de la dictadura castrista son hábiles publicistas. Presentan los hechos y lo ensamblan en un marco de medias verdades, grandes mentiras y tergiversaciones absurdas, en la que siempre su cliente es la victima acosada por un cruel agresor.

El objetivo de estas personas o entidades, que no son precisamente los que suscriben las proclamas sino quienes la gestan y orquestan, no es erigirse en defensores de la dictadura ni de sus caudillos, sino en procurar demostrar que las medidas punitivas que rechazan en sus campañas solo afectan al ciudadano y no al régimen y que responden a sentimientos de odio y frustraciones, nunca a la búsqueda de la justicia.

Estos sujetos son diestros en presentar sus operaciones como un ejercicio de justicia y humanismo, nunca son actos de solidaridad política o ideológica, de esa manera logran que se sumen a la campaña personalidades internacionales que no tienen compromisos y que se caracterizan por sus gestos humanistas y solidarios, lo que le aporta a su gestión una mayor importancia, a la vez que facilita la manipulación constante a la que el régimen somete al desinformado ciudadano promedio de la isla.

Es una estrategia muy útil porque aquellas personas que disienten de ciertas estrategias y propuestas, pero que se oponen al régimen tajantemente, pueden suscribir la querella como una expresión de imparcialidad, un gesto que a su juicio demostraría a los firmantes comprometidos con el régimen su sentido de justicia, una ilusión, una buena intención, que ayuda a asfaltar el camino del infierno, ya que después de más de 62 años de fracasos acumulados, empedrarlo no es suficiente.

En estos momentos hay al menos dos operaciones orientadas al gobierno de Estados Unidos y a un sector de su clase política y empresarial que tienen el objetivo de lograr que Cuba sea excluida de la Lista de Naciones Terrorista que elabora Washington y otra que promueve que las sanciones impuestas bajo la administración del presidente Donald Trump sean derogadas en su totalidad.

Es interesante destacar que las instituciones y personas que se involucran directa o indirectamente en estas campañas, salvo muy contadas excepciones, no tienden a reconocer la responsabilidad del gobierno cubano en sus acciones represivas, ni en las pésimas condiciones de vida de la población, lo que facilita que el lector u oidor no informado de la realidad cubana considere que el reclamo es justo y los demandantes están actuando en exclusivo beneficio de persona inocentes que un gobierno extranjero, corporaciones o personas que odian su país de origen, quieren perjudicar.

Estas campañas internacionales, en Cuba se conocen porque la prensa oficial, única existente, la refleja en sus medios, están orientada realmente a los países de sociedades democráticas en los cuales la opinión publica presiona a los políticos y dirigentes sociales para que actúen en base a lo que consideran apropiado y aunque no tienden a defender a la dictadura ignoran sin ningún cuestionamiento los abusos e inequidades que comete el régimen.

Por ejemplo, solicitan a las autoridades extranjeras que eliminen las sanciones porque la población no tiene acceso a productos de primera necesidad, incluido alimentos y medicinas, sin embargo, los viajeros que retornan al país que adquirieron diferentes bienes con recursos propios cuando llegan a la aduana deben pagar cuantiosas sumas por lo que transportan, incluido alimentos, con independencia de que la carga le puede ser decomisada con cualquier pretexto.

Las propias autoridades cubanas encarecen él envió de paquetes y remesas a la Isla. El régimen cobra más impuestos que cualquier otro país por un paquete o envió de dinero. Esta semana un amigo recibió este mensaje de un familiar desde una ciudad cubana, “Es mejor el paquete porque ahora ni con dinero aparecen las cosas y menos aún las de comer”, o sea, aunque le envié dólares a su familia sigue sin comer, porque no hay bienes para consumir.

La dictadura es ineficiente en todos los sentidos a excepción de su actividad represiva por lo que uno de los elementos claves en estas solicitudes internacionales debería incluir uno de los reclamos del inolvidable Ricardo Boffil, “Fin del embargo interno”, fin de la dictadura escribe este servidor.

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