
Quito, Ecuador
Parecería que actualmente Ecuador no tiene nada más que ofrecer al extranjero que malas noticias. La situación carcelaria ha dividido las miradas, mientras Yaku Pérez anuncia nuevas movilizaciones por un supuesto fraude electoral. Cárteles mexicanos han dicho abiertamente que las prisiones ecuatorianas son de su territorio y esa es la verdad… son amos y señores de nuestro sistema penitenciario. Fuimos nuevamente noticia aquí y afuera, no podía ser de otra manera pues ya son 79 presos muertos la peor crisis en la historia.
Por ahora imaginemos un frío octubre de 1932 en el que un hombre de piel oscura aguardaba en el pasillo de la muerte previo a ser ejecutado en la silla eléctrica en una prisión de Cold Mountain. Por medio de esta figura mítica Stephen King escribió una de sus mejores novelas: La milla verde. Un ratón que se pasea por el pasillo es uno de los simbolismos de un carcomido modelo dominado por la corrupción, la locura y la muerte. Ecuador, así mismo, vive un infierno en sus propios centros de reclusión cuyos motines son una muestra —no de un ratón sino de una rata enorme— que se mueve por las heladas celdas y que representa las malévolas imágenes de José Serrano (ex ministro de Gobierno del correísmo) y Rosana Alvarado (ex ministra de Justicia también del correísmo).
Serrano se encargó de desinstitucionalizar a la Policía Nacional mientras Alvarado hizo un revoltijo del sistema penitenciario, todo con un objetivo claro: hacerse de la vista gorda ante la presencia de grupos encargados de fomentar el terrorismo y el narcotráfico. El coronel Mario Pazmiño advirtió desde hacía años sobre la presencia de estos movimientos criminales en el país… nadie hizo caso.
Este hombre corpulento, según la ficción kingniana, es el sistema actual: precario y violento que trata de mostrarse como una víctima. Las crónicas carcelarias aflorarán como nunca antes. El sistema judicial es cómplice también de lo que ocurre. ¿Por qué muchos magistrados tratan con tanda displicencia y amabilidad a la familia Bucaram y a funcionarios exfuncionarios cercanos a Rafael Correa? ¿Qué corona tienen? Todo el correísmo debería estar junto a los amotinados haciéndoles compañía y viviendo en carne propia sus malas decisiones.
Entramos a una etapa en la que estamos como una olla de presión a punto de reventar. Cadáveres, sangre, muertes… Ecuador vive su propia novela negra: nuevamente pero sin un héroe aparente que pueda salvarnos de la compleja situación en la que vivimos. Cualquier encapuchado ahora resulta que es propietario de este territorio donde la tranquilidad reinaba antes de entrar en catorce años de Socialismo del Siglo XXI. El Estado, obeso e insostenible, muestra nuevamente su inoperancia.
Teóricamente la creación de más entidades de control debe ser para eso, generar control. No obstante, en la realidad sólo sirvieron para aumentar burócratas. La eliminación de la base en Manta no fue más que un plan orquestado para que el narcotráfico se enquiste no solo en la sociedad sino en el poder. Esta es solamente la Crónica de una muerte anunciada, un apocalipsis alertado. ¡Cuánto horror desborda nuestro mundo!
Para controlar la situación carcelaria hay quienes proponen que en lugar de que el Ecuador traiga vacunas debería importar inyecciones letales para suministrarlas a los reos. Vemos que la rehabilitación social en la prisión es sólo mero cuento, pero si los presos trabajan y se dedican a actividades productivas dentro de su celda como estudiar una carrera universitaria o destinar tiempo a la lectura la situación cambiará poco a poco. El ser humano ha demostrado, como en incontables ocasiones anteriores, ser un ente dominado por los bajos instintos. Sacamos nuestros colmillos y garras contra los propios semejantes solo por dinero y poder. Somos bestias sin alma… ¿hasta cuándo el Estado se dará cuenta de aquello y permitirá esta situación?
