Moscú, 8 mar (EFE).- Ocho jazzistas rusas de diversos estilos y edades se unieron hoy en un concierto titulado «En el jazz solo muchachas», para sincopar e improvisar en el Día Internacional de la Mujer y traer a Moscú, la capital de Rusia, alegría y ánimos primaverales.
«Mostramos que en la naturaleza femenina la conjunción de elementos contrapuestos es la propia esencia de la mujer y la propia esencia de la música. Ese quizás es el principal concepto», explicó a Efe Mila Svaróvskaya, una de las organizadoras y participantes del concierto.
A la voz potente y clara de Anna Buturliná, conocida por su interpretación de la versión rusa del tema de Frozen de Disney y por ser la primera cantante rusa en presentarse en una ceremonia de los Oscar, se unió la de la versátil Svaróvskaya, que no solo acomete con su voz soprano temas jazz-funk, latin, soul, góspel y blues, sino que dirige el prestigioso festival Jazz-Birds.
Por su parte, Alina Rostotskaya, líder de Jazzmobil, se apartó de la banda para unir su talento a Anastasía Liútova, apegada al jazz más clásico al estilo de la inmortal Ella Fitzgerald, y a la lírica y temperamental Irina Rodiles, considerada por sus méritos la decana del jazz ruso.
En el concierto lució también su personal voz Viktoria Káunova, capaz de ser auténtica gracias a la fusión de diversos estilos, a la que se sumaron las jóvenes pero ya laureadas en el concurso Jazz-Birds Valeria Shurgálina y Anastasía Báleva, y así conformar una pléyade ampliada de talento y carisma.
Todas ellas, acompañadas por trío instrumental de Vladímir Nesterenko, un formato que fusiona con maestría las nuevas tendencias del jazz con sus sonoridades más académicas.
«En el jazz las energías masculina y femenina se encuentran en consonancia y es imposible interpretar un jazz puro sin la presencia de hombres y mujeres, por lo que los músicos acompañantes son hombres y cantan mujeres», explicó Svaróvskaya.
Según la cantante, el éxito de este concierto radicó «en que las diversas voces femeninas, diversas tesituras, facturas e ideas no entran en contradicción entre ellas, no compiten, sino que pueden interactuar como dúos, pueden transmitir estados de ánimo. Algunos dúos se basan en el contraste, otros en la consonancia».
«Y todo se sustenta en la comunión, porque todas nuestras cantantes son amigas entre sí, y tratamos que esto se reflejara en los dúos», señaló, al recalcar que las participantes del concierto «no imitan a nadie, ofrecen su propio paradigma interior y su carisma» para regalar al público una noche festiva de entretenimiento y goce estético.
Todo ello en ocasión de una celebración que en gran parte del mundo se asume como la ocasión de reivindicar los derechos de las mujeres, pero que en Rusia es una fiesta hogareña de tributo a las féminas.
«Nosotras no abordamos aquí ningún tema social, porque tras esta larga epidemia, de la cual todos están cansados, pienso que es necesario transmitir un estado de ánimo primaveral», añade Svaróvskaya, en referencia al impacto del coronavirus en todas las esferas de la vida.
La cantante admite que «en estos momentos la situación social en Rusia no es la mejor, las pasiones políticas están en plena ebullición», por lo que «nosotras deliberadamente apartamos al público de este tipo de piezas. En nuestras vidas sobran las tensiones».
«La lucha cotidiana de las mujeres por sus derechos ya de por sí es permanente, y en realidad tenemos muy pocas ocasiones para simplemente festejar y acordarnos de quiénes somos», concluyó. EFE (I)