Un Ecuador, dos realidades

Guillermo Avellán

Guayaquil, Ecuador

Vivimos en un país con dos realidades socioeconómicas completamente distintas. Por un lado, el área urbana se destaca por los avances de ciertos cantones en la cobertura de servicios básicos.  Por otro lado, el sector rural ha quedado rezagado a pesar de su enorme importancia cultural y económica para el Ecuador entero. En zonas rurales es donde se cultivan y producen la mayoría de productos que exportamos o consumimos las familias ecuatorianas. No obstante, las condiciones de vida de sus pobladores son precarias e indignas.

Las estadísticas oficiales a diciembre de 2020 muestran una amplia diferencia en las condiciones de vida entre las familias que residen en zonas urbanas y rurales. Bajo el criterio de pobreza multidimensional, el 68,7 % de los pobladores rurales vive en la pobreza; mientras que en zonas urbanas este indicador se ubica en 26,8 %.

La pobreza multidimensional demuestra el abandono del Estado al sector rural y las precarias condiciones en las que viven sus pobladores. Apenas el 49 % de la población rural tiene dotación de agua potable a través de la red pública y solo el 24 % posee servicio de alcantarillado. Por otro lado, el 95 % de los hogares en áreas urbanas tiene acceso a agua potable, y el 81 % de estas familias cuenta con alcantarillado.

Además, los pobladores de las zonas rurales, en promedio, cuentan con cuatro años menos de escolaridad que aquellos de las zonas urbanas. Esta situación se agravó con la interrupción de clases presenciales durante la pandemia debido a la baja conectividad. En las zonas rurales, tan solo 2 de cada 10 hogares tienen acceso a internet y apenas 3 de cada 10 utilizan una computadora. En las ciudades, 6 de cada 10 hogares tienen internet y 5 de cada 10 usan una computadora.

La falta de infraestructura vial es otro problema que afecta la productividad y agrava la pobreza en la ruralidad. Solo el 27 % de pobladores rurales tiene acceso a sus viviendas a través de carreteras o calles pavimentadas. En zonas urbanas, este indicador llega al 73 %.

Se acerca la segunda vuelta electoral. Aquellos políticos que no fueron capaces de identificar estas prioridades y trabajar con los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GADs) para atender estas necesidades, ahora pretenden regresar a Carondelet. No supieron administrar la bonanza, al construir aeropuertos, edificios y refinerías sin ningún beneficio para la ciudadanía. Mientras tanto las familias en la ruralidad carecían de servicios básicos, educación y salud de calidad.

En este sentido, Guillermo Lasso presentó un plan de inversión pública, que tiene como propósito reparar la deuda que el Estado mantiene con la población rural. Dicho plan tiene seis objetivos estratégicos para la ruralidad: i) dotar de agua potable y alcantarillado; ii) fortalecer la nutrición infantil y la atención primaria de salud con equipos, medicinas y especialistas; iii) reconstruir 900 escuelas rurales y fortalecer la Secretaría de Educación Intercultural Bilingüe; iv) entregar tablets y ofrecer capacitaciones e internet gratuito a las familias pobres; v) iniciar un programa de infraestructura vial por $1.600 millones en alianza con los GADs; y vi) un programa de reactivación agropecuaria compuesto por créditos subsidiados, entrega de semillas, seguro agropecuario, riego parcelario tecnificado y laboratorios tecnológicos.

Es momento de la inclusión, reciprocidad y solidaridad con nuestros agricultores, campesinos y sus familias. Es momento de acabar con las diferencias entre lo urbano y lo rural, y trabajar por un solo Ecuador equitativo. (O)

Guillermo Lasso.

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