Primero Colombia, luego Ecuador

Mario Pazmiño

Quito, Ecuador

La brisa bolivariana que anunciaron y financian Diosdado Cabello y Nicolas Maduro, el castrochavismo y el foro de Sao Paulo está dando resultados. América, el continente de la esperanza y de las desigualdades, en menos de dos años, ha visto cómo han sido golpeados fuertemente los sistemas democráticos más sólidos ante hordas de desestabilizadores, que usan la revolución molecular disipada, la deconstrucción y el black bloc como herramientas de sometimiento social y ruptura democrática.

La desestabilización obedece a consignas internacionales. Para que arranque se necesita de cualquier hecho -no importa si es grande o pequeño- que exacerbe los ánimos y lleve a la gente a las calles. Ahí, empujan hacia el anarquismo, la sedición y el terrorismo urbano.

Ya para este momento, los motivos iniciales de la protesta perdieron fuerza y fueron reemplazados por la deconstrucción, la generación de caos y la ruptura de la cotidianeidad de la sociedad. El miedo ya es herramienta de control y el Gobierno es presentado y percibido como incompetente para solucionar la crisis.  

Los países de América Latina han visto como estos procesos de desestabilización con financiamiento internacional ponen en riesgo las democracias y el estado de derecho como lo sucedido en las protestas de 2019. Ahora estas se han perfeccionado y le ha vuelto a tocar el turno a Colombia: el exguerrillero Gustavo Petro, los grupos de narco guerrilla, las organizaciones de extrema izquierda o ligadas al crimen organizado transnacional apoyan logísticamente el anarquismo en varias ciudades del vecino país.

Los incitadores han logrado que los manifestantes se enfrenten con la fuerza pública y, en medio de procesos confusos, se ocasionen muertos (que se convierten en mártires), que crispan más el escenario.

Si la sociedad cataloga al Ejército y a la Policía como fuerzas represoras que deben ser eliminada o reducir su competencia en el marco de la seguridad nacional, los incitadores han logrado su objetivo. Y en el caso de Colombia un triunfo para el socialismo del siglo XXI que tenía en la mira a este país, por su cercanía con Estados Unidos.

La brisa bolivariana que está destruyendo Colombia posará sus garras en poco tiempo sobre Ecuador. El nuevo gobierno es el objetivo de las estructuras de desestabilización regional. Ellas no perdonan que un pequeño país haya logrado romper las cadenas del socialismo y quiera independizarse de esta nefasta corriente ideológica.

El Gobierno del presidente Guillermo Lasso tiene los días contados; el castrochavismo, el Grupo de Puebla y los miembros del Foro de Sao Paulo han iniciado su accionar con el apoyo de desestabilizadores nacionales. La deconstrucción y desestabilización que vive Colombia es un ejemplo de lo que se presentará en nuestro país en poco tiempo.   

Colombia, mayo de 2021.

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