La negociación política

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

La negociación política significa dos cosas: acercar las posiciones de los actores políticos en la resolución de un problema que afecta a la ciudadanía y definir objetivos compartidos.

¿Qué no es la negociación política? No es un intercambio de favores o beneficios entre los partidos o movimientos. Cada partido y movimiento representa (o debe hacerlo) un aspecto del interés común. De ahí que, en una democracia, es inadmisible la existencia, como en Ecuador, de centenas de partidos y movimientos.

Si cada partido o movimiento representa un aspecto del interés común, la negociación política consiste en lograr que esos aspectos sean considerados en la formulación de la política pública y la elaboración de leyes.

En una situación hipotética, pero no extraña en las democracias avanzadas, el partido verde, por ejemplo, puede aceptar apoyar al gobierno si este incluye medidas relacionadas con la protección del medio ambiente, mientras que el partido socialdemócrata puede comprometer su apoyo a cambio de una reforma en el Código de Trabajo que fortalezca los derechos de los trabajadores.

Decir: “Nosotros votamos por su candidato a la presidencia de la Asamblea, si ustedes impulsan la amnistía de los corruptos del correísmo”, no es negociación política, sino un arreglo criminal. Para que esto no ocurra, debe quedar claro a los actores políticos que la negociación solo es posible entre las organizaciones que defienden los valores democráticos y piensan que las soluciones a los problemas de la ciudadanía no se encuentran fuera de la democracia. Con quienes piensan que, para resolver estos problemas, la democracia debe ser sustituida por un régimen político distinto, o con aquellos que creen que el eje de la solución es la disminución de las libertades ciudadanas y el ascenso de un Bukele al poder, no hay negociación posible.

Jaime Nebot dijo, alguna vez, que él, en beneficio del país, conversaría incluso con el diablo. Pues bien, no hay que conversar con el diablo, porque este exigirá a quien trate con él hasta su propia alma. La ID y Pachakutik, sin embargo, negociaron con al diablo de la corrupción y el autoritarismo, apoyándose, sin llamar a Unes por su verdadero nombre, en la coartada de Nebot.

Pese a que viene participando en elecciones desde hace bastantes años, en el ideario de Pachakutik consta su rechazo frontal a las instituciones democráticas. La crisis que el movimiento indígena vive ahora es la oportunidad para replantear sus objetivos políticos y su relación con la democracia. Es decir, para democratizarse.

El papel del sistema de partidos es promover la continuidad y fortalecimiento de la democracia, para que esta cumpla con la función fundamental de garantizar los derechos y libertades de los ciudadanos.

Si esto es así, la relación que debe darse entre los distintos componentes del sistema es una relación de complementariedad, y la negociación política es el medio para que esta se concrete. Negociar teniendo en mente el principio de complementariedad permite que los distintos aspectos del interés común, que los diferentes partidos y movimientos representan, se expresen en la legislación y la política pública.

LaRepública.

El bloque legislativo Minka, conformado por Pachakutil y la ID, reunidos en la Asamblea.

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