
Rochester, Estados Unidos
Este es el plazo que, democráticamente, tiene el Presidente Guillermo Lasso para cambiar el rumbo del Ecuador.
Más allá de los diagnósticos conocidos y dolorosos, más allá del inicio auspicioso de su gobierno, más allá de los dardos al caudillaje y oprobioso pasado, estos cuatro años tienen que entenderse como el inicio de un cambio radical en la mentalidad y el afán de progreso.
El llamado a la inversión de riesgo, a la búsqueda de la justicia social, a la apertura tecnológica y comercial, son hitos indispensables y urgentes. Y para ello es indispensable la comprensión, por parte de los demás poderes, de la realidad actual, muy superior a las ideologías que profesan y a los intereses pequeños que algunos defienden.
Es impostergable abrir la mente hacia objetivos comunes y archivar los odios y los extremismos a cargo del egoísmo de algunos grupos.
El camino está trazado. La huella del progreso en algunos países y el desbarajuste en otros nos relevan de más argumentos. El pragmatismo y la realidad tendrán preferencia. Allí están las soluciones. Y hay que implementarlas sin demora.
El éxito de Lasso será el éxito de todos. Hay que enterrar las hachas de guerra y respaldar las decisiones que sean eficaces y probadas, sin prejuicios ni cálculos políticos. Ojalá así sea. Las miradas están todas dirigidas hacia las ejecutorias del nuevo gobierno.
¡Que lo hagan bien! ¡No necesitamos nada más! Nosotros, el pueblo, haremos el resto con el esfuerzo y dedicación diaria.
Como en todo gobierno que empieza, las esperanzas son grandes, las expectativas importantes y el esfuerzo común. Ojalá las decisiones que se tomen nos permitan mantenernos unidos para el bien del Pais. Cabe una vez más la frase de rigor : “Si así lo hace, que la Patria lo premie, y si no, ¡que la Patria lo demande!“
