La inteligencia moral y el futuro de la salud materna en Ecuador

Estela Zea de Furlato

Guayaquil, Ecuador


La Declaración Universal de los derechos humanos dice en su primer artículo “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Están dotados de razón y conciencia (…)”. Y en el décimo octavo: «Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión». En Ecuador la ley también garantiza la cláusula de conciencia. (Art 66, 11-12 de La Constitución).

La sensibilidad moral es un tipo de inteligencia especialmente valiosa mediante la cual podemos distinguir lo que nos ayuda a desarrollarnos de lo que nos perjudica, es un valor superior a la inteligencia intelectual o emocional. Un hombre desprovisto de inteligencia moral suele hacer lo que es más fácil, aunque perjudicial para él, y no lo que es más valioso e inteligente.

Un fenómeno peligroso en la medicina, especialmente en la rama de la salud materna/reproductiva, pero aparentemente deseable en un sistema liberal de valores es la «ignorancia moral» o ingenuidad en la valoración de la acción concreta que se va a realizar o que ya se ha realizado, pues es donde sería ilusorio pedir la neutralidad moral. Dentro del contexto sociocultural de la salud y la ciencia, «matar» nunca debería considerarse una acción terapéutica por razones de ética.

El martes 17 de agosto de 2021, el Consejo de Administración de Legislatura calificó el «Proyecto de Ley Orgánica para garantizar el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en casos de violación», ahora La Comisión de Justicia y Estructura de Estado de la Asamblea Nacional debe armar el informe para el debate parlamentario.

Este proyecto de ley aparentemente permitirá a cualquier mujer soltera o casada que declare verbalmente haber sido violada, terminar con la vida del ser en gestación de manera gratuita (lo costeará el estado) sin necesidad de presentar prueba de violación, ni una denuncia contra el violador (Art.17), lo que puede parecer ilógico ya que se está permitiendo acabar con la vida de un inocente por un delito cometido por otro, privándolo incluso de nacer, sin tomar las medidas apropiadas para prevenir que la víctima vuelva a ser agredida por el violador (en la mayoría de casos de violación de menores de edad los agresores son personas cercanas a la familia de la víctima y su hábitat).

Además «regula» el derecho que tienen los médicos a la objeción de conciencia (Art 39). Aprobar algo así, podría parecer un signo de una crisis extremadamente peligrosa de la capacidad de distinguir el bien del mal, incluso en los valores más fundamentales por parte de quienes elaboran la ley. «Violar» la libertad de conciencia de los médicos y victimizarlos con el fin de evitar la revictimización de una mujer violada suena incoherente. ¿Qué impedirá que suceda lo mismo con los derechos humanos de otros profesionales, por cualquier otro tema en el futuro?

Un bebé deseado o no y la mujer embarazada que lo lleva en su vientre, son sujetos integrales, requieren de un encuentro de confianza y conciencia médica, dentro del contexto de la existencia de 2 vidas, donde el «arte de la misión» debería ser nutrir y transmitir ideales saludables de generación en generación, orientando los conocimientos y habilidades del profesional médico hacia el servicio del ser humano y la preservación de la especie.

Los médicos, enfermeras, directores de hospitales y autoridades de la salud pública deben tener la oportunidad de negarse a participar en la planificación o realización de actos contra la vida. Quien se refiera a la objeción de conciencia debe estar protegido no solo de las sanciones legales sino también de las consecuencias legales, disciplinarias, económicas y profesionales negativas.

Por último el proyecto de ley no dispone lo que sucederá con los fetos asesinados, los cuales deberían ser inhumados para evitar que sean explotados e intermediarios lucren por su manipulación. Esperemos la Comisión encargada presidida por Cesar Alejandro Jaramillo Gómez actúe con inteligencia y sabia prudencia sobre este tema.

«Para defender el aborto se invocan situaciones desesperadas, ¿pero que es lo que hacemos para defender estas situaciones?…Pido por favor que reflexionemos muy bien para que nuestras leyes no sean cómplices de abusos que van a quedar solapados o escondidos.» –Ursula Basset-

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