Don Bene

Juan Carlos Díaz-Granados Martínez

Guayaquil, Ecuador

Ignoro en qué parte de su biografía Xavier Benedetti Roldós se convirtió en “Don Bene”, apodo que llegó a gustarme por el cariño que conlleva.  Cuando era más joven, los demás le agregaban a su nombre variados títulos académicos porque es difícil concebir que un hombre tenga una capacidad de oratoria, conversación y escritura tan erudita con un diploma de bachiller de la República a sus espaldas. Así aprendí que sabio es quien está en constante aprendizaje y no quien solo acumula diplomas.

En sus veintes, fue secretario de la Vicepresidencia de Camilo Ponce y secretario de la Presidencia de Otto Arosemena.  Puestos de responsabilidad inusuales para alguien de esa edad.  Prueba de que era un estratega.  Seguramente estas virtudes hicieron que todos los presidentes ecuatorianos desde los años setenta lo busquen.  Lo mismo empresarios y otras personas de los círculos de poder.  Les decía las verdades objetivas que nadie osaba aludir.  Nunca más aceptó un cargo público porque rehuía de los honores implícitos y pensaba que eso lo hubiera terminado como periodista, que era la profesión que amó.  Tuvo razón.  Fue independiente.

Don Bene vivió derrochando amor.  Ayudó a conocidos y desconocidos.  Creía en los ángeles.  Pensaba que ellos obraban por su intermedio.  Fue una de las personas más buenas que he conocido.   En lo familiar, era el “abuelo Pim Pim”.  Le encantaban los niños, lo cual, dice mucho de su calidad como ser humano. 

Tuvimos la oportunidad de estar solos cuando compartimos momentos de la estadía de Don Bene en la clínica.  Los dos intuíamos que quedaban pocos días, por lo que manteníamos conversaciones cortas, pero profundas.  Hubo instantes en los que su paz trascendía.  Le pregunté cómo podía reflejarla, respondió “porque nunca atropellé a nadie”.  Otra lección de vida.  Jamás paró de enseñarme. 

He perdido a un padre, amigo, consejero, modelo y piedra angular.  Mi seguridad cierta. Mi mamá, a un esposo ejemplar.  Ecuador ha perdido a un periodista culto y respetuoso.  Un estadista.  Enorgullecen los mensajes que hemos recibido sobre el valor de su vida.  Fue una de esas personas que ayudó a que el Ecuador mejore.  Ojalá todos podamos ser un poco como él.  Lo llevo en mi corazón.  Extraño nuestras conversaciones.  Un abrazo y agradecimiento eternos, querido Xavier.

Xavier Benedetti Roldós.

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