El Gobierno cubano logró este lunes sofocar casi por completo la protesta promovida por la disidencia con un fuerte dispositivo policial en las principales ciudades, mítines de repudio, detenciones de opositores y bloqueos en las casas de activistas y periodistas independientes.
Las calles de la capital aparecían especialmente calmadas sobre las 15.00 horas (20.00 GMT), cuando se suponía que debía arrancar la marcha cívica del 15N en busca de un cambio político que convocó el colectivo Archipiélago y no autorizó el Gobierno.
La presencia policial en las calles del centro capitalino era mayor de la habitual y en parques y esquinas vigilaban apostados agentes de la seguridad del Estado vestidos de civil.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, habló en una transmisión por Facebook de «operación fallida» de Estados Unidos para vender una «imagen irreal» de su país.
El director de Human Rights Watch para las Américas, José Miguel Vivanco, esbozó una imagen muy distinta de lo sucedido en Cuba: «el régimen ha desplegado las fuerzas de seguridad de forma masiva. Muchos periodistas y críticos están sitiados en sus casas. Algunos han sido detenidos. La intención es clara: suprimir cualquier intento de protesta», afirmó en Twitter.
La situación en las calles era tal que resultaba incluso difícil encontrar viandantes en La Habana con prendas blancas, el color elegido como símbolo por los convocantes de la marcha.
La población en general evitaba ese color, consciente de las connotaciones y las posibles repercusiones. «Mi madre me ha advertido de que no me ponga nada blanco hoy, para no tener problemas», explicó a Efe una mujer habanera de 38 años.
Una joven de Holguín aseguró a Efe que «aquí las calles están llenas de policía y no puede haber nadie de blanco porque enseguida se lo llevan para interrogarlo».
Además, muchos edificios oficiales amanecieron cubiertos de grandes banderas cubanas y funcionarios de varios ministerios celebraron junto a sus oficinas actos de reafirmación.
Fuera de Cuba, sin embargo, se registraron alrededor de un centenar de actos vinculados con el 15N, entre los que destacaron los de Miami y Madrid.
Detenciones y bloqueos
La situación para activistas, opositores y periodistas independientes resultaba más delicada.
El Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) denunció la detención de su vicepresidente, Manuel Cuesta Morúa. En redes se denunció asimismo el arresto de la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, y su marido, Ángel Moya.
Agentes de la seguridad del Estado impidieron a otros salir de sus casas, como es el caso de los periodistas Abraham Jiménez Enoa y Camila Acosta.
Además, grupos afines al Gobierno cubano han realizado «mítines de repudio», una especie de escraches intimidatorios, frente a domicilios de activistas, como la miembro del colectivo Archipiélago Saily González.
El líder de este colectivo disidente, Yunior García Aguilera, también se vio forzado a quedarse este lunes en su domicilio, como pudo comprobar Efe. Ya la víspera no había podido salir por la presencia de agentes de la seguridad del Estado cuando había querido marchar en solitario por La Habana en la antesala del 15N.
Una joven de La Habana aseguró a Efe que hace unos días le interrogaron y la advirtieron que manifestarse tendría consecuencias. «Yo firmé un papel diciendo que no iba a participar y que mantendría buen comportamiento. Igual no es por esto, es porque no quiero ir presa», explicó.
El Gobierno cubano consideró «ilícita» la protesta y no la autorizó -como ninguna previa convocada por la oposición en seis décadas- al considerar en esta ocasión que detrás se encuentra la «estrategia imperial» de Estados Unidos, como dijo la semana pasada el presidente Miguel Díaz-Canel.
Además de para no dar voz a la disidencia, el Gobierno cubano tenía interés en acallar la protesta del 15N porque la fecha tenía un significado muy distinto en su calendario.
Coincidían en este día la vuelta a la actividad presencial en centros escolares tras el cierre provocado por la pandemia, la reapertura de la isla al turismo internacional y parte de los festejos por el 502 aniversario de la fundación de La Habana.
Esta vuelta a la normalidad es clave para aplacar el descontento social, ya que la pandemia y el desplome del turismo han agravado la ya severa crisis económica -con carestía, colas e inflación- que también se ha visto empeorada por el endurecimiento de las sanciones estadounidenses.
Retirada de acreditaciones
Durante la jornada no se produjeron novedades en torno a la retirada de las acreditaciones a los periodistas y reporteros gráficos de la Agencia Efe en Cuba, pese a las múltiples reacciones de Gobiernos nacionales y organizaciones a favor de los derechos humanos y la libertad de prensa.
Las autoridades cubanas retiraron el pasado sábado, horas antes del inicio de las protestas, estos permisos a todo al personal de la Agencia Efe en la isla sin explicar motivos ni aclarar si se trataba de una medida temporal o permanente.
Horas después las autoridades se las restituyeron a dos de los seis periodistas del equipo, algo que la presidenta de la Agencia Efe, Gabriela Cañas, considera «insuficiente» y reclama que se devuelvan todas. EFE (I)