La gallina

Ricardo Noboa

Guayaquil, Ecuador

Pobre gallina.

O es la de los huevos de oro, en cuyo caso es invendible. O tiene peste, en cuyo caso también. Pobre animal que lo único que hace es ser fundamental en nuestro desayuno y para el gallo.

He pensado en la gallina al escuchar unos videos en los cuales unos políticos activos y otros en receso le dan palo a la eventual venta del Banco del Pacífico. Unos porque no se puede vender “la gallina de los huevos de oro” y otros porque “la quieren vender al precio de gallina con peste”. Y al escucharlos me vino a la mente la oposición que los políticos desataron entre los años 2000 y 2002 a la venta y/o concesión de varios activos  que convirtieron al estado en empresario eléctrico, telefónico, aéreo, agricultor, pesquero, hotelero, y tantas otras cosas que no le daban tiempo para educar y curar bien a la gente, tan ocupado como estaba en otros menesteres.

Y de esto han pasado mas de 20 años. Incluso algunos de los que critican la venta del Pacífico hoy, son los mismos, con más canas, que los que criticaban las ventas o concesiones hace 20 años. Otros “y otras” como diría la izquierda inclusiva, no son los “y las” mismas, pero pertenecen al mismo partido.

Recuerdo como si fuera ayer como varios líderes costeños se oponían a que Emelec, una empresa que había sido privada desde 1.925 sea “reprivatizada”, luego de que el estado la intervino a raíz de la quiebra del Banco del Progreso. La miopía y la oposición al gobierno de aquel entonces debido a que no se podía tolerar “que algo le salga bien”, impidió que Guayaquil vuelva a contar con un servicio eléctrico privado, como lo había sido durante mas de 90 años. Y nos quedamos en manos del Estado. Hasta ahora.

Antes del año 2000, durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, don Marcel Laniado de Wind, casualmente fundador del Banco del Pacifico, no pudo lograr que el Congreso de entonces reforme las leyes eléctricas y de telecomunicaciones debido a que los parlamentarios bloquearon la reforma.

Hoy, el discurso es el mismo. La “gallina” es diferente eso sí. Se ha escuchado que detrás del Banco del Pacifico hay banqueros locales, y que para beneficiarlos se han tomado una serie de medidas inconvenientes. No dicen estos detractores que en el país hay una Superintendencia de Control de Mercado, entidad absurdamente estricta en ocasiones,  que jamás autorizaría que un banco local añada a sus activos y a su clientela, la que tiene el Pacifico debido a que se produciría una concentración que distorsionaría el mercado local.

Es decir, que es imposible que la banca local lo adquiera, así lo quisiera. Si hace poco tiempo esa Superintendencia le negó a un laboratorio farmacéutico extranjero la compra de uno local para evitar un teórico “monopolio”, con mucho mayor razón negaría a un banco local la compra de otro.

Pero además, ese no es el objetivo. De lo que se conoce, y se lo ha dicho públicamente, la idea es vendérselo a un operador internacional que venga a invertir, arriesgar y competir en el mercado, en claro beneficio de la ciudadanía.

De otro lado, se ha dicho también que se lo está manejando tan mal que ha caído en la clasificación y que está en una especie de “serie B” de la banca nacional. Analistas serios, independientes y conocedores de la materia  han explicado que lo que ocurre es que al banco se lo está “saneando”.

Ha habido demasiados empleados, clientelismo en el crédito, pagos de indemnizaciones y otros rubros que obligan a hacer lo que se llama “provisiones”. Es decir ahorros para poder cubrir los huecos que le permitan al banco enfrentar los castigos y cuestionamientos que pueda hacer un eventual comprador cuando revise el balance. Y las provisiones importantes, sin duda bajan las utilidades.

Parece que la Superintendencia de Bancos está llena de pedidos de información de los legisladores sobre el banco. Los diputados están mas interesados en saber sobre el banco que en aprobar proyectos. Sería bueno que la entidad de control le aclare a los sectores políticos lo que analistas serios han dicho sobre el banco.

Tame se debió vender el año 2000. En esa época era “la gallina de los huevos de oro” de la fuerza aérea. La política y “el Estado aviador” la quebró.  No permitamos que “el Estado” continúe de banquero, porque a lo mejor la gallina termina con Covid. Y exijamos, eso sí, que el proceso de reprivatización del banco, conducido por una administración seria e independiente (porque de eso se trata) sea público, abierto y transparente. Y que un banco extranjero respetable se haga cargo. 

Banco del Pacífico.

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