Historiador Francisco Nuñez analiza la guerra en Ucrania y apela al Canciller Holguín

Soldado ucraniano patrulla la frontera con Rusia.

El historiador e investigar quiteño Francisco Nuñez del Arco, autor de obras como «Quito fue España, Historia del Realismo Criollo» y «Ecuador y la Alemania Nazi, los secretos de una relación ocultada», se dirigió de forma pública al Canciller ecuatoriano Juan Carlos Holguín sobre la guerra que se está llevando a cabo entre Rusia y Ucrania en el este europeo y el impacto que esta puede tener para el Ecuador.

En la carta dirigida a Holguín, Nuñez del Arco pide priorizar la seguridad del territorio nacional y de sus habitantes ante una posible escalada a nivel mundial de la guerra en Europa, ya que por las circunstancias internacionales y políticas locales, el país se pueda ver arrastrado a los graves perjuicios que conllevan una guerra.

De la misma forma se inclina a poner atención al Pacífico, ya que es probable que una próxima guerra estalle en esa parte del mundo y nuestro país, debido a las islas Galápagos, si o si, se tenga que ver envuelto en la guerra, tal y como sucedió en la Primera y Segunda Guerra Mundial.

«No olvidemos nuestra posición geográfica estratégica en el noroeste de Sudamérica, en especial de la provincia de Galápagos, nuestros territorios afectan directamente el control del canal de Panamá y de todo el Pacífico suroriental», argumenta Nuñez del Arco.

De la misma forma solicitó la creación de un comité civil conformado por expertos que asesore al gobierno en política exterior, alejado de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores y del Consejo Ciudadano de Relaciones Exteriores de los anteriores gobiernos.

Transcripción de la carta:

San Francisco de Quito, 25 de febrero de 2022

Señor

Juan Carlos Holguín Maldonado

Ministro de Relaciones Exteriores de la República del Ecuador

Presente.-

Señor ministro:

Es la primera vez en los catorce años de conocernos que tengo que dirigirme formal y oficialmente a ti, mediante esta carta. Y no lo hago como amigo, sino de la forma más respetuosa, comedida y con toda la consideración del caso, como ciudadano ecuatoriano dirigiéndose a un personero del gobierno del Estado al servicio del país, de los ecuatorianos, en este caso al más alto funcionario de nuestra política exterior, y escribo como un ecuatoriano sinceramente preocupado por las consecuencias que el escenario internacional pueden significar para nosotros, los ecuatorianos aquí y en el extranjero, como ya lo viene haciendo en la misma Ucrania.

Esta preocupación y el deber patriótico de salvaguardar lo mejor para mis coterráneos, me mueve a escribirte. No dudo de ninguna manera de tus grandes capacidades personales e inteligencia para comprender lo que está sucediendo en el planeta, te conozco y admiro en mucho, pero permíteme señalarlo, lamentablemente sí de las de muchos funcionarios del gobierno, los cuales ya han dado muy malas señales de no entender y menos priorizar la seguridad del territorio nacional y de sus habitantes ante un, ahora más que potencial, conflicto internacional de gran escala y alcance.

Temo, como nuestra historia diplomática y de relaciones internacionales lo demuestra, que más allá de las capacidades de un ministro de relaciones exteriores, este se vea arrastrado por las circunstancias internacionales y políticas locales y termine realizando una labor contraria a los intereses del país, en muchos casos inclusive ocasionándole graves perjuicios.

Lo afirmo como un investigador de las relaciones internacionales que ha podido revisar con detenimiento por más de una década los archivos de la cancillería y la bibliografía de esa parte de nuestra historia -la fundamental para mí-, la evidencia documental en este sentido es abrumadora.

El conocimiento y la información son poder, para mí es claro que en el gobierno, con sus honrosas excepciones como tú, casi nadie posee este poder –con el respeto que se merecen todos ellos, lo que no anula su desconocimiento-, y menos todavía el necesario en la historia para tomar la decisiones adecuadas actualmente, lo escribo con la misma sinceridad y frontalidad que me movió a dirigirme a ti formalmente.

La declaración conjunta con China el pasado cinco de febrero lo demuestra, en especial el tercer numeral que compromete al Ecuador con el «principio de una sola China» del gobierno comunista del gigante asiático y apoya «la reunificación del país» (sobre la felicitación por el centenario del Partido Comunista Chino, prefiero ahorrarme comentarios), es no sólo un error diplomático, sino y sobre todo uno estratégico de prever y salvar la neutralidad del Ecuador en una futura guerra en el Pacífico que eventualmente sucederá, significa alinearnos geopolíticamente con China contra Taiwán y por tanto contra los Estados Unidos, de esta manera también nos estamos posicionando junto a Rusia tangencialmente, así no lo queramos o busquemos o así esa no fuera esa la intención.

La realidad de las relaciones internacionales es muy otra. Si bien la ley estadounidense llamada Acta de Relaciones de Taiwán (TRA, siglas en inglés) de 1979 no fija intencionalmente los límites de la asistencia militar a Taiwán en caso de una agresión por parte de China, no es desconocido por nadie en las relaciones internacionales que Estados Unidos por políticas de Estado (algo que nosotros no tenemos) se implicaría directamente en la defensa de la isla, lo han declarado varios funcionarios de alto nivel de ese país a lo largo de las décadas y el mismo presidente Biden recientemente.

En cualquier caso de producirse una contienda bélica entre Rusia y la OTAN, que al momento con la guerra en Ucrania apenas empezando es altamente probable y posible que suceda, China aprovechará el escenario mundial para invadir Taiwán y evitar de esa manera una reacción de los Estados Unidos, que concentrados en el teatro europeo con un enemigo nuclear, no querría o no debería abrirse un segundo frente con otro enemigo nuclear, lo que sin embargo es perfectamente posible. China el día de ayer ya ha realizado vuelos militares amenazantes sobre el espacio aéreo de Taiwán.

De suceder todo esto, el deber del gobierno ecuatoriano es mantener y garantizar la neutralidad formal y real a toda costa frente a un conflicto que no es nuestro y que ya es mundial, que además tranquilamente podría arrastrarnos, como lo hizo la Segunda Guerra Mundial, cuando los Estados Unidos invadieron y ocuparon las Islas Galápagos y la península de Santa Elena para defender sus intereses estratégicos en el canal de Panamá, y cuando los gobiernos de ese país y del Reino Unido impusieron como una dictadura internacional sobre el Ecuador, ilegal e inconstitucionalmente, por supuesto, las infames listas negras por las cuales ciudadanos ecuatorianos por su mero origen étnico fueron detenidos, privados de todos sus bienes y expulsados del país a Europa o llevados a campos de concentración al extranjero contra todo derecho, especialmente en los Estados Unidos.

Este tipo de declaraciones no pueden ni deben darse a la ligera, tenemos muy malas experiencias en el pasado por esta clase de exabruptos.

No olvidemos nuestra posición geográfica estratégica en el noroeste de Sudamérica, en especial de la provincia de Galápagos, nuestros territorios afectan directamente el control del canal de Panamá y de todo el Pacífico suroriental, como lo demuestra la historia, la geopolítica y como lo he señalado arriba con nuestra experiencia durante la Segunda Guerra Mundial; recordemos asimismo la depredación de las aguas insulares ecuatorianas por parte de pesqueros chinos que nos revela el alcance real de las capacidades marítimas chinas en relación a nuestro territorio.

Tampoco olvidemos la vinculación de dos de nuestros vecinos con las grandes potencias en conflicto, Colombia es asociada de la OTAN, tiene bases militares de Estados Unidos y una alianza histórica con ese país, es parte de la esfera de influencia del gigante del norte, de la manera que le conviene a los Estados Unidos para sus fines y así será empujada al conflicto para estos fines cuando sea necesario; Rusia por su parte ha amenazado con desplegar fuerzas y proyectiles en Cuba y Venezuela con el beneplácito de ambos países. Venezuela ya ha ofrecido su apoyo prácticamente incondicional a Rusia.

El Ministerio de Relaciones Exteriores necesita una asesoría adecuada en ese sentido. Puede ser que a nosotros no nos importe el conflicto ni la guerra, pero al conflicto y a la guerra le importamos nosotros. Sé reconocer patrones y señales y su ausencia en la historia, por tanto en el escenario internacional actual, y es muy, muy preocupante lo que veo.

Es pública mi posición contraria el gobierno, pero más importante que el gobierno y la política es el país, la lealtad que le debemos al país, a sus habitantes y a su seguridad dentro y allende nuestras fronteras, por eso me atrevo y me veo obligado a escribir lo que escribo, porque por sobre todo está la integridad de los ecuatorianos y de su territorio, por sobre el gobierno está el país.

Yo desde hace meses vengo adelantando conversaciones con diplomáticos acreditados en el Ecuador para desde mi limitada posición personal poder ir tratando de abrir un canal entre la sociedad civil ecuatoriana y sus gobiernos a fin de alertar lo que ahora ya es evidente para muchos, tratando de formar el Centro Ecuatoriano para las Relaciones Internacionales. Finalmente, considerando todo lo expuesto, solicito la creación de un comité civil que asesore al gobierno ecuatoriano en política exterior, alejado de la seudo elitista Junta Consultiva de Relaciones Exteriores recientemente revivida y del nulificante Consejo Ciudadano de Relaciones Exteriores de los anteriores gobiernos.

No podemos como país no tener una política exterior clara y concreta, y simplemente allanarnos a las cirscunstancias o a lo que diga la ONU (donde Rusia y los Estados Unidos tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad) en la guerra en Ucrania -reitero, que ya es un conflicto mundial-, como ha dicho el presidente de la república, Guillermo Lasso, mucho menos hablar de una diplomacia comercial para el país como se ha pretendido ramplonamente y peor en este momento.

En virtud de lo que dispone el artículo 207 del Código Orgánico Administrativo, la presente petición deberá ser respondida en un término máximo de treinta días.

Atentamente,

Francisco Núñez del Arco Proaño

Recibiré notificaciones en mi correo electrónico: paconezp@gmail.com

Cc. Sr. Guillermo Lasso Mendoza, Presidente Constitucional de la República

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