Estudio: Comer a horas específicas y reducir la ingesta calórica prolonga la vida de ratones

Reducir la ingesta calórica puede llevar a una vida más larga y saludable, como han demostrado estudios con diversos animales, pero, si además se come solo durante la fase natural más activa del día, se “prolonga sustancialmente” la vida en ratones con una dieta baja en calorías.

La combinación de una dieta hipocalórica y un horario de alimentación nocturno, cuando los ratones son más activos, añadió nueve meses más a la vida media de dos años de los animales, señala una investigación que publica hoy Science.

Científicos estadounidenses estudiaron durante cuatro años a cientos de ratones para establecer que un 30 % de reducción calórica prolongaba, por sí sola, la vida un 10 %, una mejora que llegó al 35 % si además se les alimentaba de noche, unos resultados independientes del peso corporal.

Aunque comúnmente se piensa que la disminución de la ingesta de energía es el factor crítico, es posible que el momento de la toma y la frecuencia de la alimentación sean componentes claves para prolongar la vida.

El equipo liderado por la argentina Victoria Acosta-Rodriguez, de la Universidad de Texas (EE.UU), consideró que los beneficios máximos de la restricción de calorías pueden lograrse con un intervalo de ayuno de al menos doce horas en el que el momento de alimentación se produce en la fase activa natural del organismo.

Décadas de experimentos con gusanos, moscas, ratas o monos han mostrado que la dieta hipocalórica aporta reducción de peso, mejora la regulación de la glucosa y reduce la presión arterial y la inflamación, lo que aumenta la esperanza de vida, recordó el Instituto Médico Howard Hughes, otro de los firmantes del texto.

El mecanismo por el que una mejor ingesta de calorías reduce el envejecimiento, tanto celular como genético, está empezando a entenderse. A medida que un animal envejece, los genes relacionados con la inflamación tienden a volverse más activos, mientras que los que ayudan a regular el metabolismo lo son menos.

El equipo diseñó experimentos para controlar la ingesta de calorías y el momento de alimentación de ratones que estaban solos y con acceso a una rueda de correr.

Los roedores fueron divididos en grupos. A unos se les restringieron las calorías entre un 30 y 40 %, comiendo en diferentes horarios, y el grupo de control podía alimentarse a voluntad.

Los autores compararon los resultados conductuales, metabólicos y moleculares de los ratones a lo largo de su vida y vieron, tal y como se esperaba, que una menor cantidad de calorías prolongó la vida útil, pero además funcionó mejor cuando la alimentación se restringió de modo que los animales ayunaban durante, al menos, doce horas.

Los resultados fueron mejores en los roedores que comían durante la noche, lo que mejoraba los cambios relacionados con la edad, incluido el aumento de la expresión génica asociada a la inflamación.

En el estudio no se encontraron diferencias en el peso corporal de los ratones con distintos horarios de alimentación, «pero sí en la esperanza de vida», afirmó Joseph Takahashi, responsable de la investigación, citado por el Instituto Médico Howard Hughes,

Al comentar el estudio, en el que no participó, Sai Krupa Das, del Centro de Investigación de la Nutrición Humana Jean Mayer USDA, indicó que los hallazgos ponen de relieve el papel crucial del metabolismo en el envejecimiento.

Takahashi espera que aprender cómo la restricción calórica afecta a los relojes internos del cuerpo a medida que envejecemos ayude a los científicos a encontrar nuevas formas de prolongar la vida saludable de los seres humanos.

El científico reconoció que había aprendido una lección de los ratones y que ahora restringía su alimentación a un periodo de doce horas. EFE (I)

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