Borra y va de nuevo

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Los primeros rayos de luz me recuerdan que este es un nuevo día y que el ayer quedó atrás. Que no importa cuan difícil haya sido el conflicto, existe en el ser humano esa capacidad de sobreponerse a la tragedia y volver a presentarle batalla a la vida. Que la única manera de entender y aceptar una página negra en la historia de un pueblo es reconocer que la culpa no se dirige ni apunta sino que se comparte. Que la indolencia, la mezquindad y la exclusión tiene un precio que terminamos por pagar de la forma más dolorosa y humillante.

La declaración de un joven otavaleño, transmitida por un canal local, resume el sentir de su pueblo «¡Los indígenas siempre logramos lo que queremos!»

Admonición y advertencia a los poderes constituidos, cuya legitimidad y eficacia ponemos en duda frente a los acontecimientos recientes. No se trata de hundirnos en el mea culpa, pero tampoco de sacudirnos la solapa como si un moscardón incómodo fuera lo único que nos impide seguir adelante. La reflexión sin concesiones es indispensable.

Estos diez y ocho días fueron alarmantes, penosos y punzantes. Demostraron muchas falencias, falta de preparación, ingenuidad e impotencia. Marcaron un retroceso a todo nivel para un País ya frenado por muchos factores. Revelaron el desconocimiento profundo de la realidad del resto, el egoísmo frente a la desesperación y la prepotencia que existe detrás de la desinformación. Señalar culpables es una tarea ociosa e improductiva. Quedarse en la retórica es inaceptable.

Reconocer errores es ante todo una tarea de todos para rescatar a un País que se hunde en la impunidad, permite el chantaje, no tiene capacidad de reacción ante la fuerza bruta y pretende tapar sus profundas heridas con parches temporales.

Cada parte reclamará como propia la victoria, y tendrá algo de razón. Pero el Ecuador ha perdido, una vez más, por la incapacidad de sus dirigentes para establecer diálogos sin imposiciones. Idiomas distintos e incomprensibles para el otro son la tónica de un fracaso. La violencia una consecuencia que pudo evitarse.

Quedarán las huellas indelebles en la retina y en el corazón, aunque lo material se rehaga y componga. Pero esa sensación de desamparo, de temor y falta de garantías no se irá tan fácilmente.

La vida nos sigue poniendo pruebas a superar hasta que aprendamos la lección. Nada más cierto. Ojalá no haya una próxima vez. Ojalá estemos preparados para saber detenerla a tiempo. Los pedazos del rompecabezas están esparcidos por todas partes. Habrá que tener la paciencia para armarlo.

Es imperativo, obligatorio e impostergable que todos colaboremos en esa tarea de unidad. Es la única forma de hacernos fuertes y surgir como nación. Las divisiones, vengan de donde vinieren, solo ahondan el problema. Reconocer nuestra diversidad y nuestras carencias es el primer paso para integrarnos.

Que así sea.

Quito, Ecuador. 30 de junio de 2022. Representantes de la CONAIE festejan la firma de un acuerdo con el Gobierno nacional para poner fin a las movilizaciones. El presidente de la organización indí­gena Leonidas IZA festeja junto a sus seguidores en el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamí­n Carrión. Tras cumplirse el dí­a número 18 del paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades IndÃígenas de Ecuador (CONAIE), representantes del Ejecutivo y de los movimientos indígenas participaron en una mesa de diálogo presidida por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. El acuerdo logró poner fin al paro nacional que habí­a iniciado el pasado 13 de junio 2022. API / CESAR PASACA

Más relacionadas