¿Por qué tanto pesimismo?

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

En estas ultimas semanas he podido ejercer el gratificante arte de la conversación con amigos de varios grupos. La constante es la incertidumbre, la decepción y el pesimismo. El penoso e inevitable alejamiento de las nuevas generaciones hacia destinos fuera del País acrecienta esa sensación de desamparo y duda con respecto al recambio necesario para el Ecuador.

No existen liderazgos sólidos, y sobre todo no existen instituciones confiables y respetadas por el gran público. La malévola labor de los destructores del estatus-quo ha logrado crear este estado de zozobra mental en la generalidad de la población. La incredulidad, la desconfianza y el afán de tirar la toalla grafican a un importante grupo de empresarios, trabajadores y habitantes de esta ínsula.

En efecto, cambiar el rumbo de un País acostumbrado al dinero fácil, al Estado ampuloso y al proteccionismo resultante no es ni sencillo ni inmediato.

La ausencia de metas nacionales, de civismo y de patriotismo completan un panorama penoso y desconcertante.

Exigir al actual gobierno un cambio inmediato a un año de haber estado en funciones solo cabe en la mente de intelectuales extraviados, empresarios acostumbrados al lleve y la complicidad con la burocracia y a los eternos insatisfechos, cuyo rol ha sido y es pernicioso para los intereses nacionales.

Por supuesto, ese es terreno fértil para los totalitarios y los corruptos al asecho, que son los que mantienen viva la imagen del prontuariado aunque la disfracen de temor por su hipotético regreso.

Después de sesenta años de haber medrado de todas las formas del erario público, es risible acusar de neoliberal a cualquier acción encaminada a favorecer al libre mercado sobre el proteccionismo. Pretender un control de precios ante una crisis mundial de costos, por ejemplo, sólo revela la ignorancia y la mala fe de quienes lo propugnan.

Como de costumbre, y aunque resulte incómodo y repetitivo, la solución está en nosotros mismos. En la necesidad de entender que sin metas comunes vamos a naufragar en muy corto plazo, en que no podemos seguir denostando al poder sin ofrecerle apoyos ni soluciones de conjunto, y que es indispensable que cada uno de nosotros aporte su grano de arena en temas de honestidad, trabajo y apoyo a los grandes objetivos nacionales, sin regionalismos ni argollas de conveniencia y poder.

Un liderazgo positivo, cuya ausencia es notoria a todo nivel, debe salir de cada ecuatoriano, por pequeño que parezca su aporte, porque solo juntos haremos la diferencia. Ese pequeño esfuerzo repetido a diario nos permitirá sentar las bases de un nuevo País, cuyos resultados por supuesto no serán inmediatos pero si alcanzables en el mediano plazo, para que las nuevas generaciones cambien su escala de valores foránea y su escepticismo ante el Ecuador por un aporte firme y resuelto al País que les permitió formarse, progresar y ampliar sus horizontes.

Detenerse un instante a pensar el daño que hacemos a diario con nuestra desidia, insatisfacción y exigencia por ver resultados inmediatos sin aportar en nada debería ser suficiente para entender cuán equivocados estamos en nuestras pretensiones. La rehabilitación de un País asolado por la corrupción tomará mucho tiempo, pero mientras más rápido entendamos lo necesario que es dar pasos para rescatarlo, más cercanos estaremos a plantear soluciones concretas y apoyos tangibles para lograrlo. Esa es la tarea. ¡Recobrar la fe en nuestro País! ¡Esfuerzo titánico pero no imposible!

Quito, 22 de junio. Manifestantes se encuentran en las inmediaciones de la Casa de la Cultura y parque El Arbolito, enfrentamientos entre manifestantes y miembros de la Policí­a Nacional, en el décimo día de manifestaciones en contra del gobierno de Guillermo Lasso. API/ JUAN RUÍZ

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