No sean malitos

Raúl Andrade Gándara

Rochester, Estados Unidos

Estimados lectores, cuando hayan amanecido intolerantes, así como algunos dinosaurios de la política y de la información, que disfrutan emitiendo frases de efecto y lugares comunes para justificar su desconocimiento en temas de estudio, de preparación o de sapiencia, recuerden que esos genios no están ocultos. Los veo fruncir el ceño, enarcar las cejas y mover la barbilla, listos para lanzar el anatema final que tiene que obligar al gobierno de turno (su eterno adversario mientras no formen parte de él) a revisar, recular y obedecer a sus preclaros designios.

Prevalidos de su sabiduría infinita, no sienten la obligación de leer la constitución, las leyes ni las normas. Su palabra y su visión están muy por encima de esas nimiedades. Nadie puede cuestionar ni sus defectos ni sus limitaciones. Aunque su racismo, su esnobismo y su molestia estén a flor de piel, están claros que con esos indígenas no hay como ni dialogar, ni escuchar ni entender. Finalmente, son descendientes de algún corregidor, tataranietos bastardos de un grande de España o poseedores de algún blasón europeo que les autoriza a dictar sentencias de última instancia y obligatorio cumplimiento.

La obvia premisa es que cualquier ciudadano que llegue al poder y no tome en cuenta su infinita sabiduría se convierte ipso-facto en un torpe e incapaz dirigente, cuyas opiniones deben ser glosadas de inmediato para evitar el inevitable desbarajuste que vienen predicando desde hace años, porque el país, de esta “no sale“….

Portentos de sabiduría, no necesitan sino su visión absoluta, una pizca de hígado revirado y una retahíla de frases de efecto. Aquí de lo que se trata es de imponer mano dura, fuete e intransigencia. Así se forjan las naciones y se obtienen los resultados. Quien no actúa de acuerdo a sus dictados es un pusilánime y no merece el cargo que ostenta.

Así nos ha ido de bien, con estos patriarcas que han inmovilizado la política ecuatoriana gracias a la inacción del resto, la complicidad de columnistas alineados y la ignorancia de la mayoría.

Así nos ha ido de bien, defenestrando presidentes y descalificando ministros sin análisis profundo, para luego asombrarnos de su retorno a la palestra con exigencias autoritarias y absurdas.

Si somos tan inteligentes, visionarios e instintivos, es menester dedicar el tiempo a elaborar horóscopos diarios para poder comparar la extensión de nuestros aciertos o aquilatar el volumen de nuestros errores.

Quizás allí bajemos un poco el tono y reconozcamos al menos el beneficio de la duda a favor de quienes diariamente se enfrentan al escrutinio público y al escándalo prefabricado, porque un País mejor no se forja en base a denuncias y agresiones, sino en base a análisis desapasionados y espíritu de sacrificio, tan lejanos a quienes tienen su solución en cuatro cuartillas o quince minutos de fama.

Ojalá esos mestizos se callaran e investigaran cuáles son las reales necesidades de la gente, en vez de ahogarnos a diario con las suyas. Sería su mejor obra.

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