Guayaquil, Ecuador
Cuando un estudiante de medicina termina sus estudios debe enfrentarse a un último ritual muy antiguo: el día de su graduación, los futuros médicos deben llevar a cabo el Juramento Hipocrático, texto que lleva su nombre en honor al médico Hipócrates, considerado el padre de la medicina, y es la primera forma de ética en dicha materia.
¿De qué se trata este juramento? De la dignidad de todo paciente, ¡del respeto a la vida!, de la diligencia en el ejercicio de la profesión, de los deberes recogidos en el Código que todo médico está obligado a respetar. El momento del Juramento Hipocrático es aquel en el que, a través de palabras, se hace explícito el significado de la profesión de médico, las razones para ser médico y las obligaciones que todo médico tiene como tal.
La semana pasada, las autoridades de la Corte Constitucional del Ecuador admitieron demandas de inconstitucionalidad planteadas contra la Ley Orgánica que regula la Interrupción Voluntaria del Embarazo para Niñas, Adolescentes y Mujeres en caso de Violación (LORIVE) que aparentemente tienen como fin el eliminar el derecho a la objeción de conciencia que tienen los médicos.
De hecho, parece que esto ha suspendido temporalmente todos los requisitos para acceder al aborto, y en consecuencia, podemos suponer que los médicos han perdido temporalmente su derecho a poder negarse a asesinar a niños durante la fase prenatal. Sabremos si esto será definitivo solo cuando la Corte dicte sentencia, lo cual puede durar semanas, meses o años. (Caso N°. 76-22-IN).
Si la ley ya permitía abortar sin requisito alguno a mujeres física y mentalmente impedidas de oponerse a una violación (incluyendo niñas y/o adolescentes), y a mujeres cuya vida o salud corre riesgo debido al embarazo (COIP, art. 150), suspender ahora los requisitos de la LORIVE podría parecer una falta de capacidad de las autoridades de la Corte para resistir la presión de un pequeño grupo de activistas que piden que la mujer, sea niña, adolescente o adulta, inclusive la mujer casada, a su sola decisión (sin consentimiento de padres en casos de niñas/adolescentes o esposos en casos de mujeres casadas) pueda optar por el aborto y/o meter preso a un médico en caso de que el profesional de salud no desee practicárselo.
La ley debe proteger al ser humano en gestación y la libertad e independencia de juicio de un doctor. Cuando un médico atiende a una mujer embarazada, tiene dos pacientes que tratar: el hijo y la madre, dos vidas que ha jurado defender. Dentro de este contexto, es ilógico pretender eliminar el derecho de los médicos a la objeción de conciencia. «Matar» nunca debería ser considerada una acción terapéutica por cuestión de ética.
Cito textualmente la primera parte del Juramento Hipocrático que todo médico ha jurado honrar y que aparentemente hoy según lo dispuesto por la Corte, dentro de la práctica del aborto, debería violar:
«Consciente de la importancia y solemnidad del acto que realizo y del compromiso que asumo, juro:
ejercer la medicina con libertad e independencia de juicio y comportamiento evitando toda influencia indebida;
perseguir la defensa de la vida, la protección de la salud física y mental del hombre y el alivio del sufrimiento, que inspiraré con responsabilidad y constante compromiso científico, cultural y social, cada acto profesional mío;
tratar a cada paciente con igual cuidado y compromiso, independientemente de su etnia, religión, nacionalidad, condición social e ideología política y promover la eliminación de toda forma de discriminación en el campo de la salud;
nunca realizar actos capaces de causar deliberadamente la muerte de una persona; (…).