Quito, Ecuador
El 5 de febrero el Ecuador irá a las urnas. La consulta popular convocada por el Gobierno no logra despegar. Cada vez parecería más difícil que esto suceda en vista del ruido inmenso de la campaña electoral que busca captar los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD).
La consulta es el producto de un tedioso pero indispensable proceso de preguntas enviadas por el Ejecutivo a la Corte Constitucional, que pasaron por una minuciosa revisión.
Un aspecto crucial como el trabajo complementario de las Fuerzas Armadas con la Policía, para casos específicos de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, habrá de pasar por un trámite parlamentario y luego ser refrenado en otra consulta popular posterior.
Hay quienes sostienen que proponer esa reforma es llover sobre mojado en vista de anteriores pronunciamientos de la Corte Constitucional y normas que se escribieron en el pasado. Pero parecería que la mayoría de la gente espera mayor compenetración y coordinación contra el sicariato, el crimen internacional y el narcotráfico, de todos los estamentos del Estado, no solamente de FF.AA. y Policía.
La consulta no despegó con fuerza en la parte final de 2022 por diversos factores. Todas las miradas del planeta se posaron durante un mes entero en el Mundial de fútbol. Pocos pensaban en la consulta y sus detalles.
Enseguida llegaron las festividades de Navidad y Año Nuevo y la gente tampoco estaba para cavilar sobre las complejidades de las 8 preguntas. Llegó enero y la campaña electoral arrancó. Solo queda un mes para conocer, reflexionar y elegir.
Se presentarán varias papeletas cuyo manejo habrá que aprender. Se elegirán prefectos provinciales, alcaldes cantonales, concejales municipales y juntas parroquiales.
Además, los ciudadanos tendremos al frente otras tres papeletas para escoger a tres consejeros de participación ciudadana de entre 47 candidatos, con un complejo sistema de selección.
La trampa llegó pronto. Los sapos de siempre lograron burlar a la autoridad electoral filtrando en las cuñas de televisión dos zancadillas. Los candidatos allegados a los prófugos de la justicia visten con los colores del nuevo movimiento que representa a esa tendencia. Además, todos esos candidatos pronuncian una frase igual. De esa manera le ponen el sello de la matriz del poder corrupto que gobernó al país. Tener auspicio de un partido o movimiento está expresamente prohibido. Los magos expertos en hacer desaparecer millones sacaron su conejo de la chistera. Lo peor es que muchos ciudadanos ingenuos votarán de modo inconsciente y otros lo harán con convicción por esa tendencia. Los tramposos hicieron su plan y el Consejo Nacional Electoral hace mutis por el foro.
Varias provincias tendrán consultas puntuales. A ese montón de papeletas se suma otra, aquella de la consulta popular con las 8 preguntas referidas.
La consulta propuesta por el Presidente, debió aterrizar en distintos sectores sociales. La gente conoce poco y los aspectos que se plantean no son debatidos ni con profundidad ni suficiente expansión. Con sinceridad noto a la academia lejana del tratamiento de los temas sugeridos. Siento la ausencia de los gremios empresariales y sindicales del debate. Los sectores sociales no se pronuncian. La gente no se apropia de la consulta como debiera ocurrir para que su resultado tenga legitimidad. Votar a ciegas todo Sí o todo No, jamás debiera ser una opción.
Algunos sectores de oposición quieren convertir la consulta en un referendo sobre la popularidad del Gobierno, que se advierte desgastada por distintas razones.
Sería deseable que cada pregunta se razone y la gente vote libremente por unas preguntas de manera positiva y otras por el no, si así lo consideran, pero sin esa carga de querer juzgar de modo simple y sin reflexión alguna.
En la historia de las consultas tan solo dos presientes que las lanzaron sufrieron un revés. León Febres Cordero y Sixto Durán Ballén, en una de las dos que propuso. Todas las demás las ganó el gobierno de turno.
En un caso reciente, aunque en el escenario internacional, el Presidente chileno Gabriel Boric perdió en el referendo aprobatorio de la propia reforma constitucional por la que él y sus aliados lucharon desde las protestas de octubre de 2019. Parece insólito. Víctima de su propio invento.
Para el caso de la consulta actual la primera pregunta parecería de resultado obvio. Extraditar a los narcotraficantes y criminales transnacionales que sean reclamados por la justicia de otros países. Con la putrefacción que se advierte en varios estratos de la administración de justicia, donde los habeas corpus y medidas sustitutivas abundan, parece mejor que una medida así se apruebe. Está claro que hay que dictar leyes adecuadas para su aplicación y firmar convenios nítidos con otros países.
Pablo Escobar se oponía a la extradición en Colombia. Algunos políticos de aquí aluden que las familias de sicarios y narcotraficantes serían víctimas si la extradición se aprueba. Los ecuatorianos de bien tienen la palabra y pueden optar con libertad. Hay que pensarlo con claridad.
La pregunta sobre acotar funciones del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social inventado por el correísmo se cae de madura. El tráfago de esta función desde el abuso del poder que todo lo controlaba hasta la elección popular de los ‘curas Tuárez y asociados’ ya no resiste el menor análisis. La parálisis y demora en completar la selección de autoridades es evidente. Esperemos el pronunciamiento popular.
La gente además tiene una pésima opinión sobre el trabajo de la Asamblea y seguramente votará por disminuir las curules, aunque en la práctica bajarán de 137 a 120. Pero la calentura no está en las sábanas. El problema es de calidad y no de cantidad. Si los partidos y movimientos siguen proponiendo en sus listas el paupérrimo nivel de candidatos mostrado, cada vez la Asamblea será peor. Pero también una cuota de responsabilidad debemos tener los ciudadanos que votamos por distintos especímenes de modo ingenuo e irresponsable. Luego nos quejamos.
Hay en la consulta dos temas ambientales que pueden tener el favor popular, en especial de los votantes jóvenes.
Pero lo más importante es que el voto sea consciente. Algo difícil en vista del poco compromiso de la sociedad civil con el debate sobre las preguntas y el inmenso ruido que la campaña electoral supone. Será un mar, con algunos tiburones y poco espacio para pensar y deliberar de modo patriótico y con la responsabilidad que la ocasión demanda. Ojalá no nos arrastre la corriente.