El canciller alemán, Olaf Scholz, destacó hoy en un foro económico en Chile el «enorme potencial» económico que ofrece el país sudamericano.
En su mensaje advirtió contra un «repliegue» nacional en política económica y ofreció a Chile un mayor intercambio de tecnología e innovación.
«Espero haber dejado claro que Chile es un socio deseable para nosotros en este sentido», afirmó.
Previamente, la empresa alemana Aurubis y el grupo cuprífero chileno Codelco habían acordado colaborar más estrechamente en la modernización de la producción de cobre.
Alemania tiene interés además en los enormes yacimientos de litio de Chile, material necesario para la producción de coches eléctricos.
China lleva actualmente mucha ventaja en la explotación de los yacimientos y Chile planea crear una empresa nacional del litio, que también podría ofrecer oportunidades a las firmas alemanas.
Scholz subrayó que hay que apoyar a Chile para que sea capaz de procesar por sí mismo las materias primas.
El canciller se encuentra en una gira que lo llevó ya a Argentina y cuya siguiente escala será Brasil. Desde el punto de vista económico centró su visita en el refuerzo de la cooperación en el sector de las materias primas, para lo que ambos países firmaron un convenio intergubernamental.
El domingo, en cambio, la agenda había estado dominada por la política, y en concreto lo ocurrido en el asentamiento de la secta de origen alemán Colonia Dignidad, desmantelada hace casi 20 años.
Alemania y Chile quieren crear un monumento conmemorativo para recordar a las víctimas, según anunciaron Scholz y el presidente chileno, Gabriel Boric.
La idea de construir un monumento en el lugar situado a casi 400 kilómetros al sur de la capital chilena «cuenta con el apoyo de nuestro Gobierno, y participaremos en consecuencia», declaró Scholz.
Boric agradeció al gobierno alemán su «voluntad de contribuir a la búsqueda de la verdad».
El predicador laico Paul Schäfer se mudó con sus seguidores a Chile a comienzos de la década de 1960 y fundó Colonia Dignidad al pie de los Andes. La secta llegó a poseer predios de 17.000 hectáreas en el país sudamericano.
Durante décadas, hizo trabajar allí a los miembros de la secta sin salario, separó familias y abusó de niños. Además, bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990), en sus terrenos fueron torturados y asesinados opositores al régimen. dpa