Guayaquil, Ecuador
Curioso nombre el que le puso la Fiscalía a la investigación previa que hace respecto de la denuncia de La Posta sobre casos de corrupción en el actual gobierno. Investigación que ha acometido con entusiasmo.
Bajo ese mismo esquema debería bautizar a la denuncia sobre el posible fraude en la consulta popular como “Operación corazón y manos ardientes”, denuncia en la que no se nota tanto entusiasmo, a pesar de que lo que podría haber sucedido en el referéndum es algo espantoso, terrible, atentatorio -eso si- contra la seguridad del estado, dado que en “el cuarto de al lado” se llenaban papeletas en blanco “con el no”, tratando de alterar el resultado electoral y perjudicando a nuestra democracia, una dama venerable y que merece todo nuestro respeto, a la cual la pretenden convertir en prostituta alquilándosela al primero que pase con tal de desestabilizarla.
Decía que debía llamarse “operación corazón y manos ardientes” porque, así como la palabra “encuentro” está identificada con el gobierno, las “manos y los corazones ardientes” están identificados con todos aquellos que deliraban para que el “no” gane en la consulta, sin importarles si las preguntas eran buenas herramientas para ayudar a solucionar algunos problemas del país.
Tampoco existe ningún interés en investigar la denuncia pública hecha por varios candidatos al consejo de participación ciudadana, que se han quejado de que en una elección “cívica y ciudadana” se haya permitido a Rafael Correa hacer abierta campaña en redes por 7 de sus candidatos, a los que vistió de azul y los hizo participar como “candidatos de la 5”, poniendo a los otros candidatos en clara desventaja, pues compitieron “por sí mismos” y sin el patrocinio de ningún grupo político.
La “operación encuentro”, en realidad de verdad, no es otra cosa sino las fechorías de un abusivo que ha abusado de la confianza de un amigo para, escudándose en él y hasta cierto punto usándolo, hacerse ver como un hombre poderoso para conseguir prebendas en el aparato gubernamental.
Ciertamente contó con otro amigo que llegó a ocupar un importante cargo público y con el cual tenía una “sociedad” para beneficiarse. De ahí en adelante, el acto de allanamiento a la secretaria jurídica de la Presidencia dentro de la investigación de otro caso vinculado a temas de Petroecuador, pero efectuado cuando la llamada “operación Encuentro” se encontraba en el cénit de la investigación, constituyó, sin duda, un acto político que le echa gasolina al fuego prendido por los asambleístas correístas, los cuales, entonados por la victoria en las elecciones seccionales (lo que ha ocurrido a menudo en la vida política nacional, esto es que la oposición venza en las intermedias) pretenden tumbar al gobierno legítimamente constituido con la colaboración del inefable anarquista Leonidas Iza que se apresta a caotizar el país a partir de febrero 18.
Coincido con que el retirar a los 37 policías que trabajaban en Fiscalía y que ya conocían los casos podía afectar en algo el trabajo de los fiscales, a pesar de que el peso del trabajo lo llevan los propios fiscales en sí, que son los que generan los impulsos, pero en todo caso, fue una rotación que se pudo evitar.
En lo demás, la operación encuentro va en camino de ser una operación macartista. Ahora resulta que está prohibido reunirse, conversar, sugerir, hacer una llamada, emitir una recomendación, hasta opinar.
En estos días una persona inidentificada menciona en un audio a un hijo del presidente recomendando para un cargo a una excelente funcionaria, que hoy en día ya ni siquiera ejerce ese cargo, y de pronto esas personas se ven obligadas a desmentir el chisme.
El ex consejero Aparicio Caicedo es acusado de recomendar al economista Xavier Neira, -bastante alejado de la política los últimos años- en un alucinante relato, pues no creo que ni uno ni otro hayan mantenido conversaciones. Hasta el joven secretario del presidente es mencionado como parte de las recomendaciones.
Las recomendaciones y sugerencias son parte del proceso de formar gobierno. Lo que está mal es sugerir una persona con segundas intenciones, lo que evidentemente lleva al delito. La operación “Encuentro” tiene hoy en día mucho de chismografía y pocas pruebas. Nada como para tumbar a un gobierno. Sí como para revivir al celebre Joseph McCarthy y su cacería de brujas.
