El fotoperiodismo, volcado en retratar la cara humana de la crisis ecológica

Marta Montojo

Madrid, .- En un afán de encontrar nuevas formas de contar la crisis ecológica y huir de las imágenes de osos polares famélicos, el fotoperiodismo se enfoca cada vez más en exponer las consecuencias del cambio climático sobre los humanos, como las migraciones, los conflictos por los recursos o la pérdida de tradiciones culturales, entre otros impactos.

Así lo señalan a EFE diversos fotoperiodistas premiados con el World Press Photo 2023, cuyos proyectos se centraron en mostrar la cara más humana de la contaminación agroquímica en México, así como de la sequía en Perú o en Estados Unidos.

Los entrevistados no creen que sea casualidad que casi la mitad de los trabajos reconocidos con este galardón en su categoría regional retraten asuntos relacionados con la crisis ecológica: desde el derrame de petróleo en las costas peruanas hasta la subida del nivel del mar en Egipto o la falta de agua en Asia central.

Es el reflejo de una tendencia, asegura el fotógrafo Jonas Kakó, quien considera el periodismo visual está apostando cada vez más por historias relacionadas con la crisis ambiental, tras reconocer que se trata del “problema más acuciante de nuestro tiempo”, detalla a EFE.

Este periodista alemán arrancó su carrera ya con el foco puesto en la emergencia climática: su primer gran proyecto fue un reportaje sobre Isle de Jean Charles, una pequeña isla sobre las marismas de Luisiana (EE.UU.) habitada por la primera comunidad de desplazados climáticos de este país, empujada por la subida del nivel del mar que está haciendo desaparecer su territorio.

En este caso, Kakó ha sido galardonado por una fotografía en la que plasma cómo el estrés hídrico en la cuenca del río Colorado merma las poblaciones de abejas y, por ende, la producción de miel y la calidad de vida de los apicultores.

“El calor y la sequía debilitan a las abejas, haciéndolas más susceptibles a patógenos y parásitos, e impactan en las plantas de las que se alimentan. Entre 2019 y 2020, las colonias de abejas melíferas gestionadas disminuyeron un 43,7% en todo EE.UU.”, explica Kakó en su foto-reportaje “The Dying River”.

Para el periodista Alessandro Cinque, contar la historia de las comunidades alpaqueras peruanas fue una manera de manifestar la relación entre la crisis climática y, al mismo tiempo, la desigualdad social en el país, donde “la gente más humilde es la que sufre en mayor medida los efectos del calentamiento global”.

Su trabajo expone la amenaza que la anomalía en las precipitaciones comporta para la tradición alpaquera, pues los periodos de sequía más prolongados están comprometiendo los pastos naturales que alimentan a las alpacas de las que dependen esos pueblos andinos.

Según cuenta a EFE desde Lima (Perú), Cinque quiso mostrar también el desplazamiento interno al que estos pueblos se ven abocados: “están obligados a migrar dos o tres veces al año a cotas de altura más altas o bajas, dependiendo de dónde estén las condiciones más favorables en cada momento”.

En algunos casos, las familias alpaqueras rendidas a estas crecientes dificultades optan por abandonar por completo su estilo de vida y buscar trabajo en ciudades de baja altitud, resalta la web de World Press Photo.

El reportaje, que fue portada en la revista National Geographic, refleja también el peligro que el cambio climático supone para el relevo generacional de la cultura alpaquera y asegurar su continuidad en el futuro, ya que los hijos de alpaqueros no ven rentable una actividad económica que sí lo era hace 30 años, apunta Cinque.

Otro fotógrafo, Cristopher Rogel Blanquet, relata asimismo a EFE cómo se acercó a los asuntos ambientales: aunque ya tenía una cierta conciencia ecológica, hay una creciente disponibilidad de fondos y oportunidades para desarrollar trabajos de periodismo visual sobre la crisis climática o la pérdida de biodiversidad que fue clave para ayudarle a ahondar en estos problemas.

A partir de un caso particular que había conocido de niño, Rogel se centró en la contaminación química tras el cultivo de flores en México y retrató la afección a la salud y la “negligencia” por parte de las autoridades sanitarias y la agroindustria que sufren diferentes familias floricultoras en Villa Guerrero.

Su proyecto ‘Beautiful Poison’, que empezó a documentar en 2020 y al que dará seguimiento durante al menos dos años más, le ha hecho sensibilizarse aún más sobre la urgencia climática y ecológica y la necesidad de abordar estos asuntos en sus trabajos.

Se dio cuenta de que el problema, lejos de estar en las flores o en un sector contaminante concreto, radica “en todas las dinámicas masivas que tiene la población” y cuyo impacto en el planeta “no sé hasta qué punto es ya irreversible”. EFE

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