Guayaquil, Ecuador
Cuando la situación es compleja, crítica, habrá que tomar medidas heroicas. Eso hace un estadista responsable; igual, como el cirujano frente a un tumor purulento que amenaza con la vida del paciente, tiene, necesariamente que extirparlo.
El circo bochornoso de la Asamblea que tenemos como ese tumor que amenaza la vida, en este caso, de 18 millones de ecuatorianos, no le quedaba otra alternativa al presidente, deshacerse de ese mal.
Vimos como un grupo de sediciosos, con un buen sueldo, con «derecho» a decir y hacer cualquier estupidez apelando la inmunidad, convertida en impunidad, como vimos a los interpelantes, manejados por el enloquecido por el poder desde Bélgica. El presidente Constitucional de la República, apelando legítimamente a su potestad constitucional de DISOLVER la Asamblea, tomó una decisión heroica.
El país respira aliviado. Ahora aspiramos que el gobierno, con las potestades que tiene, dicte los decretos-ley que en forma urgente necesita el país y que esa recua de vagos, ganapanes nos negaron, alentados por el prófugo que conspira contra la democracia incansablemente.
La suerte está echada, Señor Presidente. Tuvo el valor y atravesó el Rubicón. Ahora a gobernar a favor del pueblo.
