“O gana la mafia o gana la Patria”

Ricardo Noboa

Guayaquil, Ecuador

Casi que fueron las últimas palabras de Fernando Villavicencio. Dichas al final del programa “Vera a su manera”, constituyen el legado de este valiente político a la ciudadanía. Porque a pesar de que él se refería a las elecciones del 20 de agosto próximo, la frase es aplicable al futuro del Ecuador como nación.

El Ecuador está en guerra. O la ganamos o nos la ganan.  Muchos lo hemos dicho varias veces. En guerra contra un ejército casi anónimo, sin uniforme, que ataca de pronto en esta “blitzkrieg” que se ha desatado contra cualquiera y contra todos. Y que carece de respuesta efectiva y oportuna.

Claro que es difícil, dado que la narcoguerrilla ataca por sorpresa, pero el Estado, que nos representa, está llamado a repelerla. El Estado, no el gobierno. O no solo el gobierno, que es una de las funciones del Estado. La guerra contra los narcos tiene que ser una política de Estado, no de los gobiernos. Debe contar con el apoyo que contó la paz (y antes la guerra) con el Perú o la dolarización sin lelos.  

Pero… ¿el Estado y su forma de gobierno, que es la democracia, tiene o ha dado las adecuadas respuestas a esta agresión?

Veamos: la Asamblea Nacional última debió hacer una cruzada contra la inseguridad y en su lugar protagonizó una gresca permanente con el Ejecutivo, tanto que gran parte de su esfuerzo lo dedicó al juicio político, primero por traición a la Patria y luego por peculado, tratando con fórceps de adecuar la conducta del ejecutivo a este delito.

Terminó falleciendo de muerte cruzada. Pudo morir de inanición, dado que tenía una aprobación del 3%.  ¿Cuál es la respuesta de la justicia? La justicia es a la carta, con las honrosas excepciones de rigor.  Estructuralmente no funciona. Lo normal es ver jueces de Manglaralto -para mencionar un lugar emblemático- liberando reos.

El Consejo de la Judicatura, parte de la función judicial,  llamado a tomar decisiones de carácter disciplinario, está inmerso en peleas internas en la que sale perdiendo Guayas por razones que todos los abogados sabemos. Ya lo graficó Bonil en una magnifica caricatura del 1 de agosto pasado.

El Consejo Nacional Electoral se pasa explicando que su sistema informático es a prueba de fraudes y que el “software” es transparente pero no puede quitarle a la ciudadanía el tufo justamente a fraude que acompaña a cada elección.

La Corte Constitucional, único organismo sin responsabilidad política, ha resucitado una consulta sobre el Yasuní que ya estaba archivada por la Historia, facilitó el enjuiciamiento político del presidente por causas realmente baladíes y bloquea, con criterio administrativo, la expedición del 99% de los proyectos de ley que el administrador de la República considera urgentes. Y penosamente ha perdido mucha credibilidad y respeto. No hay mas que escuchar lo que opina su ex presidente.

Y las Fuerzas Armadas, otrora la institución de mayor credibilidad en el país, aquella que no fue desbordada en el Cenepa está siendo desbordada por la narcoguerrilla.  Naturalmente, porque el ejecutivo es el yunque, se lo responsabiliza hasta del descuido de los custodios de Fernando Villavicencio al no haber cuidado la puerta izquierda trasera. 

Del Consejo de Participación Ciudadana es mejor ni hablar. Todo ello apunta a que los ciudadanos golpeen las puertas de los cuarteles, las que en el siglo XXI ya nadie abre. Además, ese no es el camino. El camino es que la democracia nos dé las respuestas. Que el estado y sus instituciones protejan a los ciudadanos y repriman a los delincuentes y no al revés, como ocurre hoy.  Y que los candidatos firmen un acuerdo en homenaje al valiente hombre caído, cerrando filas contra la narcoguerrilla.

Porque el lenguaje aquél de “ya falta poco”, “pronto se te acabará la fiesta” o “la venganza será contundente”, es el que crea las condiciones, sirve de caldo de cultivo para la violencia y debe ser desterrado.  

“Mi pluma lo mató” dijo Juan Montalvo cuando se enteró de la muerte de García Moreno. Bien, él tuvo la nobleza de reconocer cuanto podía haber influido su pluma en Faustino Rayo. Al fin y al cabo, era Montalvo.  Acá, nadie tendrá la grandeza de reconocer cuanto influyeron estos anuncios en el gatillo de los sicarios. 

Asistentes al mitin con el candidato presidencial Fernando Villavicencio se resguardan durante el tiroteo en el cual fue asesinado el aspirante hoy, en Quito (Ecuador). Al menos nueve personas heridas dejó el atentado en el que fue asesinado este miércoles el candidato a la Presidencia de Ecuador Fernando Villavicencio, cuyo supuesto autor falleció después de un tiroteo con el personal de seguridad, según informó la Fiscalía General de Ecuador. EFE/ STR

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