Acuerdo nacional por la paz

Eduardo Carmigniani

Guayaquil, Ecuador

Nunca escribo sobre política. Pero hoy debo hacer excepción. El nivel de violencia criminal, que ha llegado al asesinato de un candidato presidencial -con independencia de la opinión que tuviese sobre sus actuaciones- ha llegado a un límite intolerable que impide que permanezcamos impasibles, mirando cómo el terror paraliza a la ciudadanía y a las familias ecuatorianas.

No soy experto en seguridad, y no voy a opinar sobre lo que desconozco. Pero hay que pacificar a la nación. Los discursos de odio, se originen donde se originen, solo son caldo de cultivo de una cultura cainita que está, no siquiera destrozando, sino pulverizando a la sociedad ecuatoriana.

Tenemos que poder lograr un gran acuerdo nacional sobre cuestiones básicas que permitan la convivencia pacífica, al margen de diferencias ideológicas o posturas partidistas. No es posible que nos resignemos por el fracaso de intentos similares en otros países de la región. Lo pudo hacer la España de la transición posfranquista, con los Pactos de la Moncloa; ese es ejemplo a seguir.

Los líderes de todo orden, político, empresarial, de los trabajadores, de la academia, tienen que deponer actitudes personalistas y con altura de miras construir pilares inamovibles sobre los que se asiente el Ecuador del futuro, en el que sus habitantes puedan desenvolverse en un ambiente de tolerancia que garantice al menos el derecho a la vida y a la seguridad personal, pues solo sobre esas bases podrán irse desarrollando otros derechos, como la educación, la salud y el bienestar económico.

Las elecciones no pueden ser pretexto para eludir aquella gigantesca obligación moral. No son suficientes, tampoco, los anuncios de ciertos candidatos de suspender unos días sus campañas. La tragedia reciente es valiosísima oportunidad para demostrar al país que el anhelo de servirlo es mayor que cualquier oportunismo electoral. Y la ciudadanía debe de estar vigilante de la conducta que al respecto exhiban quienes hoy aspiran a gobernar al Ecuador, pues de darse actitudes egoístas o melifluos postureos deberán tomarse como el reflejo de una inaceptable ambición, que ubica el interés personal encima de los más altos intereses nacionales.

No comparo. Pero recuerdo esto: “Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro” (Simón Bolívar, Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, 10 de diciembre de 1830).

Captura de pantalla del Debate Presidencial del domingo 13 de agosto d3 2023. El curul correspondiente a Fernando Villavicencio, asesinado el 9 de agosto, se encuentra vacío.

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