Guatemala y Ecuador: dos elecciones y una luz

Francisco Santos

Bogotá Colombia

Dos países que atraviesan un momento muy difícil de seguridad, corrupción y gobernabilidad -descartando a Venezuela, Haití y Argentina, quizás la peor en América Latina– tuvieron elecciones que unos resultados que sorprendieron a sus élites políticas, por un lado, y a los analistas de todo el continente por el otro. Nadie, nadie los veía venir hace apenas unos meses, en el caso de Guatemala y el triunfo de Bernardo Arévalo, y hace solo una semana en el caso de la alta votación de Daniel Noboa en Ecuador.

Guatemala hoy es casi un narco estado. El narcotráfico controla más del 60 por ciento del país, y el otro 40 está en manos, muchas veces en connivencia con los narcos, de una élite corrupta que gobierna para ellos. El nivel de corrupción sistémica llevó a los guatemaltecos a tener una justicia paralela, a cargo de Naciones Unidas –la Cicig-, que, en vez de reconstruir la justicia, la reemplazó por abusos de poder y fue expulsada tras 12 años de trabajo. Lo triste es que, si hacemos una evaluación de la Cicig hoy, 5 años después, no dejó nada, solo el rechazo a un instrumento que pudo ser de gran servicio a esta y otras democracias con el mismo problema.

La elección de Bernardo Arévalo, una reivindicación histórica, pues a su padre, Juan José Arevalo, el primer presidente democrático de Guatemala, le tocó exiliarse con su familia tras el golpe promovido por la CIA contra su sucesor, Jacobo Arbenz, en 1954, muestra una gran reacción de los guatemaltecos contra el estado de cosas que dejaron los anteriores gobiernos.

Un hombre moderado, de centro izquierda, que va a tener que gobernar contra un establecimiento empeñado en no dejarlo y contra unos narcos que se nutren del actual statu-quo y que, obvio, no quieren que cambien las cosas. La criminalidad organizada que hoy se beneficia del caos y de la corrupción que fomenta el negocio de la migración ilegal -en la que también están- es un enemigo de gran calado que, con una institucionalidad permeada y débil, será difícil de contrarrestar.

Arévalo tiene a su favor un gran mandato popular; el 58 por ciento de los votos no es cifra despreciable y le da un margen de maniobra amplio para comenzar a recuperar ese país. No sé que tanto pueda recibir ayuda de Estados Unidos -que, la verdad, no entiende lo que sucede en la región y tiene poco capital político que gastar- pero sí tiene a México y a otros países, como Colombia, prestos para darle la mano.

En el caso colombiano, la Policía Nacional puede ser un gran aliado y muchos de los mejores ex policías, entrenados en lucha contra las drogas, inteligencia y judicialización, podrían hacer parte de un programa institucional de largo plazo y gran calado para fortalecer la seguridad en ese país. Eso sí, ojalá Arevalo no escuche los cantos de sirena de “abrazos y no balazos” de Amlo, pues el problema que enfrenta es de tales dimensiones que si busca contemporizar o apaciguar a los narcos, como lo hace el presidente Gustavo Petro en Colombia, no le va a quedar país para gobernar.

Sin duda, fue una gran bocanada de decencia y oxígeno político la que los votantes de Guatemala le dieron a la región. Algo similar sucedió en Ecuador, donde un desconocido Daniel Noboa, por el que nadie apostaba, acabó con el sueño del condenado expresidente Rafael Correa de regresar a gobernar a Ecuador por interpuesta persona. Para nadie es un secreto que Luisa Gonzalez es un títere de Correa y que estuvo hace unos meses a punto de ganar en la primera vuelta gracias al desastre de gobierno de Guillermo Lasso.

Hoy el anticorreismo casi que garantiza que el próximo gobierno no sea el de la monigote del expresidente, sino uno de un emprendedor de 35 años con características antipolíticas. Noboa logró recoger el voto joven, aburrido con la política tradicional, de derecha y de izquierda, y también representa una mano dura contra la criminalidad, algo que suma votos en el vecino país.

Lo más difícil para el próximo mandatario no solo es la gravísima crisis económica que vive el Ecuador, por cuenta del endeudamiento brutal e impagable que dejó Correa, y el crecimiento de la delincuencia, que hoy tiene a partes importantes de ese país de rodillas, sino el poco tiempo que queda para dar resultados. Este gobierno debe terminar el período de Lasso, que va hasta el 2025. Poco más de año y medio para mostrar un cambio.

Con el muy probable triunfo de Noboa los demócratas del continente tenemos que activarnos para ayudar a mostrar resultados en el corto plazo. NO podemos seguir con esa mirada pasiva con que han dejado sola a la presidenta del Perú, que evitó que un golpista del populismo del siglo XXI llegara al poder. Su tránsito solitario, bajo presiones diplomáticas e intervencionistas de personajes como Amlo, Petro, Fernández y Lula no puede ser el común denominador del respaldo político -o mejor la falta de- a quienes se oponen a esa izquierda que quiere destruir a la región.

Por eso, el nuevo presidente de Ecuador, que tiene que hacer la tarea, pues gran parte de la inseguridad tiene nombre propio, Guillermo Lasso, debe encontrar un gran respaldo continental para tomar las duras medidas necesarias para recuperar la seguridad y la gobernabilidad económica del país. El correismo, con sus amigos Petro, Amlo, Ortega, Maduro y compañía, va intentar frenar cualquier propuesta y acción de Noboa a la espera de las elecciones del 2025. Correa necesita que fracase este gobierno transitorio para tener alguna opción, seguramente la última, de volver a gobernar el país a través de otros, como lo quiere hacer ahora con su candidata.

¿Será que Pastrana, Macri, Uribe, Piñera, Aznar y tantos otros que saben lo que está en juego asumirán esa responsabilidad? En Perú, les quedó grande y en Ecuador no hay margen de error. Los ecuatorianos dieron una lección de grandeza, no los dejemos solos en este momento tan vital.

Fotografía del candidato a la presidencia de Guatemala Bernardo Arévalo, el 16 de agosto de 2023, durante el cierre de campaña del partido Movimiento Semilla, en la Plaza de la Constitución de Ciudad de Guatemala (Guatemala). El académico de 64 años Bernardo Arévalo de León busca llegar a la presidencia de Guatemala y así emular el Gobierno de su padre, Juan José Arévalo Bermejo, quien entre 1945 y 1951 consolidó una de las Administraciones más relevantes en la historia del país. EFE/ Esteban Biba
Daniel Noboa, en foto del 12 de agosto de 2023, en su página de Facebook.

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