
Guayaquil, Ecuador
La historia política de un país se debe valorar desde múltiples dimensiones; por ejemplo, desde el sistema político que tiene y de las formas de gobierno que se ejercen; del funcionamiento del Estado de Derecho, del sistema de partidos políticos que existe; en la confianza de los procesos electorales y en la imparcialidad de la Función Electoral, de la alternabilidad en las elecciones.
Por el respeto a la independencia de los poderes y la robustez de su institucionalidad; del ejercicio de las libertades y derechos, de la confianza en la justicia, de los niveles educativos y del funcionamiento del sistema en todos los niveles.
De la salud que goza y tiene la población; del desarrollo económico alcanzado y la distribución de la riqueza; de los niveles de pobreza y extrema pobreza; del empleo, desempleo; de la corrupción e impunidad imperante, de la falta de vivienda y los barrios marginales existentes; de la capacidad de alimentarse, especialmente de la población infantil.
De la igualdad que gozan los ciudadanos en todos los ámbitos de la vida social, económica y política; de la Fuerza Pública y su capacidad de garantizar seguridad y la paz.
Kakistocracia, “del griego kàkistos, el peor y kratos, gobierno, es un término utilizado en análisis y crítica política para designar un gobierno formado por los más ineptos, los más incompetentes, los menos calificados y los más cínicos”.
Ideológicamente se puede ser de derecha, de izquierda o de centro, pero la incapacidad de un gobierno para comprender la complejidad del Estado, trascienden las ideologías; además, manejar perversamente los recursos del Estado, solapar la corrupción y sobre todo violar todos los derechos ciudadanos, están dentro de la categoría de Kakistocracia.
Tuvimos 10 años de Kakistocracia y se resume en la muletilla empleada por la candidata del correísmo, “Eso ya lo hicimos”:
Nombró ministros de Defensa a enemigos de las Fuerzas Armadas (Javier Ponce firmó la compra de los helicópteros Dhruv, el corcho Cordero, Patiño, entre otros).
Después del ataque a Angostura, una base de la narcoguerrilla en nuestro territorio, donde estaba Raúl Reyes, segundo a bordo de las FARC, rompió relaciones con Colombia por más de 2 años, eso no permitió intercambiar información sobre el narcotráfico a través de la Comisión Binacional Fronteriza (Combifron). En la Guerra del Cenepa, no se rompió relaciones diplomáticas con Perú.
Desmontó la inteligencia militar y policial, en especial la Unidad de Investigaciones Especiales. No renovó el convenio con Estados Unidos que permitía, desde la Base de Manta controlar el narcotráfico con los aviones-radares más sofisticados del mundo. Prohibió que nuestros militares reciban entrenamiento militar en los Estados Unidos, pero si firmó convenios de asistencia militar con Venezuela, Cuba y Bielorrusia; además, inauguraron la escuela militar de la ALBA en Bolivia, Evo Morales, dijo que era una escuela militar «antiimperialista y socialista» y el invitado especial era el ministro de Defensa de Irán, involucrado en el atentado terrorista a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
Adquirió radares chinos que nunca sirvieron, eso permitió que entren y salgan avionetas mexicanas del narcotráfico. Compró los helicópteros Dhruv, los aviones supersónicos usados Chiita, que duraron apenas 5 años y aceptó el «regalo» de Chávez, 6 aviones Mirage, chatarra que son basura y estorban en la Base de Taura.
Trató de implantar la lucha de clases al interior de Fuerzas Armadas, para enfrentar a la tropa contra los oficiales. Nombró comisarios políticos para ideologizar a los soldados, felizmente se los rechazó.
Intentó destruir el Instituto de Seguridad de las Fuerzas Armadas (ISSFA), creando una ley de la Seguridad Social Militar lesiva a los legítimos intereses, especialmente de los pensionistas retirados y sus familiares.
Disminuyó a 6 meses la preparación de los conscriptos y dispuso convocar a solo a 10 mil ciudadanos al servicio militar, debilitando las reservas militares.
Se descubrió que llegaron como «ayuda» para los damnificados del terremoto de Manabí, 10 mil fusiles AK-47 chinos, los mandos militares desconocían de esta «ayuda».
Sin armamento, sin equipos, desmoralizando a las tropas, con leyes a favor de la delincuencia y abandonadas las fronteras ¿cómo no vamos a tener este clima de inseguridad, miedo y de psicosis colectiva?
Correa a través de sus títeres, nombrados a dedo como candidatos, quiere volver e implantar una dictadura como su colega Daniel Ortega, que es más corrupto y represivo que la dinastía de los Somoza.
