Los retos de Noboa

Francisco Santos Calderón

Bogotá, Colombia

Siempre es una buena noticia que el corrupto populista de Rafael Correa haya sido derrotado en unas elecciones. Su trama para montar contralor y fiscal amigos a través del Consejo de participación ciudadana, un mecanismo hecho a la medida de sus intereses, queda aplazada con esa derrota en las elecciones presidenciales del domingo pasado en Ecuador.

Por ahora, Correa tendrá que mantenerse en Bélgica y en los países de sus amigos populistas en el continente, pues, al haber sido acusado y condenado a 8 años por cohecho, no puede pisar su país; pero Ecuador sigue en cuidados intensivos en materia fiscal y de seguridad, las dos grandes herencias que este presidente le dejó a los ecuatorianos.

Tras su victoria, Daniel Noboa, un joven empresario, hijo de Álvaro Noboa, candidato presidencial cinco veces -en tres de ellas llegó a la segunda vuelta- y el hombre más rico de Ecuador, tiene quince meses para empezar a enderezar el rumbo de su país y así presentarse con chance para las elecciones del 2025. En un año y tres meses, Noboa debe mostrar de qué está hecho, si los estudios en las más prestigiosas universidades de Estados Unidos le sirvieron y si puede sobrellevar la inexperiencia que tiene en los asuntos públicos para mostrar resultados.

Lo primero que Noboa debería hacer es nombrar personas con experiencia, pero infortunadamente sus primeras decisiones no han sido así. No debe tener miedo de buscar expertos con trayectoria pública, ponerles metas realistas a corto plazo y rendirle cuentas públicas al país sobre los logros, e incluso los desaciertos, falencias y errores que pueda cometer. No tiene tiempo que perder en la búsqueda de leyes que al final no cambian nada, o de consensos en el Congreso, que, si bien son importantes, en quince meses es poco lo que pueden lograr. Tiene, eso sí, la ventaja de tener experiencia en el legislativo donde no le fue mal y la verdad logró tender puentes con distintos sectores políticos.

Pero Ecuador necesita ejecuciones, necesita esperanza y necesita recuperar la confianza. No debe vender falsas expectativas, pues en quince meses no es mucho lo que se puede hacer, pero sí conectarse con los ciudadanos, contarles lo que hace y lo que pasa. Generar esperanza realista con muy buena comunicación es su primer trabajo.

La lucha contra el narcotráfico es la gran responsabilidad del nuevo gobierno ante el fracaso de Guillermo Lasso, y lo que puede hacer es mucho. Lo primero es consolidar la ayuda que acordaron con los Estados Unidos hace pocos meses. Con Colombia caminando por otro sendero en esa materia, es momento de que Ecuador dé un paso al frente. No sería difícil que gran parte de la ayuda que hoy va a Colombia la trasladen a Ecuador, pero se necesita liderazgo presidencial, mucho trabajo en el Congreso de los Estados Unidos y un plan a corto, mediano y largo plazo.

Noboa no va a encontrar gran ayuda en el gobierno de Gustavo Petro, pero en Colombia sí hay un gran conocimiento que le puede servir. Infinidad de generales retirados que dieron esa batalla, aprendieron de sus errores, consolidaron victorias y lograron buenos resultados pueden ayudar. Noboa debería crear un comité asesor con responsabilidad y con resultados medibles con expertos americanos, colombianos y salvadoreños. Armar un plan de emergencia debe ser la primera tarea. Esos sí, hay que gastar para obtener resultados.

Cuando con el presidente Alvaro Uribe llegamos al poder, en agosto del 2002, Colombia tenía una violencia desbordada. En plena crisis económica y fiscal, el gobierno anterior, con Juan Manuel Santos como ministro de Hacienda, dejó desfinanciado el presupuesto, hasta el punto de que la plata se acababa en noviembre. El Gobierno se amarró los pantalones y presentó una reforma tributaria con un impuesto temporal destinado exclusivamente a financiar a las Fuerzas Armadas. Los ciudadanos lo pagaron. Luego, lo primero es conseguir recursos. Estados Unidos ayuda, pero el esfuerzo principal es de cada país. Así fue el Plan Colombia, en el cual Estados Unidos puso el 10 % y el resto lo pagamos los colombianos.

Lo segundo es encontrar resultados a corto plazo o, como dicen los consultores, los “mangos bajitos”. En el caso de Colombia fueron las caravanas de Vive Colombia Viaja por Ella. Vivíamos secuestrados en las ciudades, nadie se atrevía a tomar una carretera, entonces se armaron unas caravanas protegidas por la Policía y el Ejército para que los ciudadanos pudieran salir y recorrer el país. El efecto fue contundente y la gente volvió a confiar.

¿Cuál puede ser un logro similar en Ecuador? ¿Tomarse Guayaquil y perseguir a los delincuentes en una operación sostenida con gran presencia territorial de todas las fuerzas? Hay que ser creativos, pero el control territorial, la medición constante de resultados, la transparencia en las acciones y la responsabilidad directa del presidente son factores fundamentales.

Los objetivos de mediano y largo plazo deben salir de ese trabajo, fortalecer las Fuerzas Armadas, la justicia, la cooperación ciudadana y convertir esa lucha en un objetivo nacional. Claro siempre habrá detractores, pero si algo cambia la perspectiva de un país es la seguridad. Colombia es un gran ejemplo.

Noboa debe tener claro que la violencia es la prioridad de su gobierno. El crecimiento económico está ligado a los resultados en esta materia. En quince meses mucho se puede lograr, pero hay que arremangarse, hacer microgerencia y comunicar, comunicar, comunicar.

Eso sí, le van a hacer la vida imposible. Desde adentro y desde afuera. Los Petro, los Maduro y los Putin son sus enemigos. Necesitan que le vaya mal. Por eso, todos los que queramos ayudar debemos hacerlo. A sus ordenes, señor presidente, y suerte en lo que viene.

Captura de pantalla de video que muestra a Rafael Correa hablando en contra de la extradición de narcotraficantes, el 3 de octubre de 2022.

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