Guayaquil Ecuador
La Constitución y leyes militares establecen que el Presidente de la República tiene la potestad exclusiva de nombrar al ministro de Defensa y a los mandos militares (Jefe del Comando Conjunto y Comandantes de Fuerzas). De acuerdo al criterio del presidente de la República el ministro de Defensa puede ser un hombre, mujer, civil o militar, los cuestionamientos que se le puede hacer, son ¿a quién y para qué lo nombra? El o la ungida debe tener la experticia adecuada para administrar una de las instituciones más complejas del Estado.
El nacimiento de las fuerzas militares se pierde en la bruma del tiempo, son parte de la historia de la humanidad, están ligadas al cúmulo de tradiciones que las hacen especiales en todo el mundo; entre sus responsabilidades están, conservar la soberanía de su patria, la paz social y mantener incólume sus fronteras, por eso el jefe de Estado, como Autoridad Máxima, debe conocer, sobre todo, el alma y el espíritu de los soldados.
En los 10 años de gobierno de Correa, no solo que debilitó a las Fuerzas Armadas, en su afán de desprestigiarlas, no se ahorró nunca sus permanentes vejaciones a los mandos militares y a los militares en retiro que le cuestionaban sus decisiones perversas. En una de sus intervenciones, falsa y de mala fe, dijo que “la aspiración de los militares retirados era que un militar en servicio pasivo sea Ministro de Defensa”.
Con el afán de desafiar a los militares, nombró como ministros de Defensa a enemigos inveterados de las Fuerzas Armadas, tal es el caso de Javier Ponce, poeta irreverente, otrora defensor de la libertad de prensa y de los indígenas. Solo vale recordar unas cuantas perlas: Los barcos fantasmas de Noruega, El Universo (21/07/2004). “Hay secretos militares que son estratégicos. Hay secretos que siguen siendo secretos por fuerza de la costumbre y porque los militares no se habitúan a la luz, prefieren los claroscuros”. ¿A quién sirven los militares? El Universo (07/07/2006). La perla mayor: Y la madrugada los sorprendió en el poder (p.90). Editorial Planeta. “Detrás de los coroneles que intervinieron el 21 de enero, latía el resentimiento por los acuerdos de frontera con el Perú firmados en 1998, acuerdos negociados con el disgusto (e incluso las lágrimas) de los jerarcas militares. Detrás de los coroneles de enero, estaba esa desventurada fracción militar que se autodenomina ‘Héroes del Cenepa’, y que es el sector más reacio a renunciar a un nacionalismo que está, paradójicamente, en contradicción con el pensamiento indígena”; además, Correa en sus escasas visitas a los cuarteles, debe haber escuchado sobre las operaciones militares, por lo tanto, pensó que sería adecuado nombrar a un cirujano como ministro de Defensa, el elegido fue el connotado cirujano Wellington Sandoval.
Largo sería seguir recordando a personajes funestos que oficiaron como ministros de Defensa en el gobierno de Correa, como Fernando “corcho” Cordero, Ricardo Patiño, etc. El daño que hizo Correa a las Fuerzas Armadas, simplemente fue porque no pudo cooptarlas para utilizarlas para sus aviesos propósitos.
El presidente Daniel Noboa ha nombrado como ministro de Defensa a un ciudadano experto en defensa personal, ojalá el ungido sepa la complejidad sobre la seguridad nacional; pone en sus manos una inmensa responsabilidad, sobre todo en los tiempos que vivimos.