Ojo a la comunicación

Paula Lanata

En menos de 48 horas hubo un cambio de imagen en las cuentas de redes sociales de las instituciones públicas. Sea cual fuere la razón, vale la pena repasar algunos puntos importantes en esta área tan criticada y tan poco comprendida a la vez. A continuación, trataré puntos como la información que desinforma o no comunica, los cambios de línea gráfica repentinos y el rol articulador de las instituciones.

La comunicación no es arte, tampoco una ciencia indescifrable. La comunicación debe ser un reflejo de lo que se hace. No al revés como tristemente se ha creído. Algunos dirán que todo debe comunicarse, los invito a revisar las interacciones y el impacto real por ejemplo en redes sociales. Seamos conscientes de que en la sociedad del scroll y la memoria corta un tweet más o un tweet menos no hacen la diferencia. Lo bueno debe anunciarse y debe existir una estrategia más allá de la inmediatez, si así se requiere.

Los cambios de colores o eslóganes abruptos y repentinos confunden, marean y son poco responsables en un periodo donde se debería trabajar con eficiencia. Hay muchos cambios de imagen que se generan desde Quito, ¿pero sabemos si en algún momento llegarán a los lugares más recónditos del país? No tenemos certezas y lo más probable es que no lleguen. Que queden atrás esas malas prácticas donde el material impreso ya no pueda usarse porque “no es la línea actual del gobierno”. Todo el material debe servir por un tiempo prudente que justifique su gasto. En un subcentro de salud de la Amazonía quieren vacunas, no el roll up con la última línea gráfica aprobada por SEGCOM.

Las instituciones deben alinearse con el mensaje del presidente y su agenda o prioridades de comunicación. Los esfuerzos deben estar coordinados para que no se diluyan minutos después de terminar un evento. Los ministerios deben trabajar a su vez con los institutos o servicios a su cargo. No puede ser que viajen cinco funcionarios para sacar la misma foto grupal. Los ministerios tienen y deben organizarse para que el despliegue territorial sea ordenado y alcance los objetivos. En un tiempo tan corto, no hay semana que perder.

Finalmente, sería oportuno que se deje de ver a la comunicación como la varita mágica que solucionará problemas como la no ejecución presupuestaria, los escándalos de corrupción y la desconexión de las autoridades con la realidad del país. Tampoco debe ser una máquina de boletines de prensa sin relevancia o confusos.

La comunicación está llamada a ser un reflejo de la gestión, debe ser para el presidente una herramienta para maximizar el alcance de sus acciones y conectar con todos a quienes ahora representa. Nadie quiere saber que entre autoridades se reúnen para analizar, evaluar o coordinar acciones conjuntas. ¿Acaso no es ese su trabajo? Cambiemos ese chip por resultados, acciones y programas que empezarán a implementarse, pero no tiros al aire.

Ojalá este nuevo periodo sirva también para comunicar bien y lo que realmente importa.

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