Con los primeros rayos del sol, las calles de Buenos Aires se tiñeron de celeste y blanco este domingo. Decenas de miles de personas pusieron rumbo hacia el centro de la ciudad para procurar un buen lugar en el avistaje del ‘león’ Javier Milei, su nuevo presidente.
«El día de la libertad llegó», gritaba al unísono un grupo de jóvenes, que buscaba un lugar donde apostarse entre los alrededores del Hotel Libertador, lugar usado por Milei como guarida desde que ganó las elecciones. El vallado policial contenía la impaciencia de la gente, apretados unos con otros, esperaban tener un ápice de luz para ver o grabar con sus celulares la salida del libertario.
Para sopesar la ansiedad, aplausos, cantos y hasta las estrofas del himno argentino eran recitadas con frecuencia, seguidos del clásico lema: «¡Viva la libertad, carajo!». La protocolar custodia policial maquillaba los retrasos oficiales, que eran acompañados por la falta de certezas respecto al camino que debían recorrer.
Sin embargo, nada de eso preocupaba a Mona Rodríguez, una fiel seguidora libertaria, que asegura a EFE: «Este será un día increíble». Uniformada con la cabeza de un león en trazos dorados estampado en su camiseta y gorra de color negro ondeaba la bandera de Gadsen, una serpiente enrollada sobre su vientre con la lengua amenazante y la frase en inglés: «No pases sobre mí».
«Todos tenemos una sensación de ansiedad, pero también de esperanza. Este es el día del cambio, el día que Argentina vuelve a tomar envión. En la medida, en que Milei tome las decisiones que prometió en su campaña, vamos a tener un gran país en par de años», se aventuró a augurar.
Tras un par de horas, el flamante mandatario cruzó el umbral del hotel y sólo la voluntad de las barricadas atadas con precintos plásticos sostuvieron a los fanáticos incapaces contener sus alaridos de júbilo.
Antes de dar inicio a la procesión con destino al Congreso, donde Milei juraría como jefe de Estado y daría su primer discurso presidencial, Carlos Forlone, le contó a EFE que la importancia de esta jornada «no es ver al nuevo presidente, sino que él vea a su pueblo».
«Vamos a apoyarlo a este hombre que viene con el concepto de libertad. Tenemos que darnos cuenta que en la sociedad actual hay una lucha permanente contra la izquierda esclavizante que lleva a los pueblos a la miseria. La libertad significa poder decidir yo y no que otro decida por mí», agregó.
«El pueblo apoyando a su regente» fue uno de los conceptos más repetidos por las personas que acudieron en masa al acto de investidura.
En los aledaños de Plaza de Mayo, Juan Zapata, un militante calzado con la ‘motosierra libertaria’ pedía «aguante» y «paciencia» porque la «herencia» del gobierno saliente enterró a Argentina «hasta las manos», expresó, mientras hacia rugir el motor de su sierra mecánica decorada con el lema de La Libertad Avanza.
«Con esto (haciendo gala de su motosierra) vamos a hacer el recorte del gasto público. Esta vez el ajuste lo paga la casta. ¡Vamos Argentina, viva la libertad, carajo!», gritó rodeado por un gentío que aguarda para sacarse una foto con la alegoría liberal.
A nivel oficial, el discurso en el Congreso había terminado y una tropilla de los tradicionales Granaderos a caballo -armados con instrumentos musicales- escoltaron la caravana presidencial hacia Casa Rosada (sede del Poder Ejecutivo) al ritmo de marchas patrias que eran tarareadas por el mar de los presentes, que hacían gala de sus símbolos albicelestes.
Uno de ellos, Sergio Dinger, con sombrero de arlequín destacó a EFE que a sus 52 años era su primera vez en una asunción presidencial: «Va a ser muy importante que la gente no sólo esté hoy, sino siempre acompañando. Siento que Milei es un tipo que habla con el corazón, sincero y apolítico o como dice él: un ‘outsider'».
Este ‘forastero’ de la política consiguió los votos mayoritarios prometiendo fuertes ajustes fiscales ante una economía golpeada por el casi 150 % de inflación interanual y un 40,1 % de pobreza actual. Una sociedad hastiada prefirió a un economista del recorte por encima del peronismo.
«No era mi candidato, ni fue mi primera opción, pero me fui identificando con él por su promesa de hacer lo que los argentinos de bien venimos reclamando hace mucho tiempo y nadie nos escucha, terminar con la casta», remató a EFE Paola Marcovich, decorada con una bandera celeste y blanca.
La llegada de Milei a su destino final devolvió la ansiedad que todos estaban aguardando, ver salir y escuchar al ‘león’ desde el balcón de la casa de Gobierno. Pese a que el ‘rey de la selva’ rugió que el país deberá soportar «períodos de dureza», se «saldrá adelante». Los aplausos enmascaran la incertidumbre que le sobra a la Argentina. EFE