¡Guerra!

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

En una entrevista concedida a Radio Democracia, el general en servicio pasivo, Juan Méndez, frente a la situación de violencia narcoterrorista que vive el país, sugería al presidente Noboa solicitar al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas la presentación de un plan de guerra interna.

En efecto, y no es la primera vez que se dice (Ver mi artículo “Actuar ahora”), el país ha sido invadido por las fuerzas del narcoterrorismo, fuerzas que han tomado el control de parte de su territorio y de sus instituciones, en las que cuentan con la colaboración de políticos y funcionarios. ¿El juez de Guayaquil que se negó a dictar prisión preventiva contra los supuestos implicados en la fuga de Fito de la Penitenciaría del Litoral, no es, acaso, colaborador del enemigo?

Sun Tzu decía que el fin de la guerra es la conservación del Estado. Y eso, nada menos, es lo que actualmente nos estamos jugando. Pero la guerra es un asunto racional, no emocional. El triunfo, para Sun Tzu, deriva del conocimiento y la preparación más que de la valentía o la heroicidad. Las puras acciones reactivas no hacen más que desgastar las fuerzas del Estado y minar la moral de los miembros de la fuerza pública y de la población.

Para obtener el éxito en la guerra, siempre según Sun Tzu, es necesario saber adaptarse a las circunstancias y estar dispuesto al cambio de métodos y conductas, es decir, a hacer una aplicación particular de principios generales, e, incluso, hacer leyes específicas para el momento y el lugar y romper los usos habituales si es necesario.

No es posible, pues, enfrentar una guerra con las reglas y hábitos propios de los tiempos de paz. Si bien la paz es uno de los más altos ideales de la humanidad, “el verdadero pacifismo, dice Alfonso Reyes, consiste en crear alianzas y armarse para evitar” que un país conquiste a otro. Principio que se aplica, también, a la guerra interna, es decir, al intento de una fuerza que no es el Estado de conquistar y dominar su territorio.

El principal objetivo de un plan de guerra contra el narcoterrorismo es recuperar el control del territorio por ellos ocupado. Y esto implica, como en cualquier guerra, neutralizar, eliminar y expulsar de ahí al enemigo. Los jefes de las bandas delincuenciales, en este contexto, son objetivos militares, así como los sitios en los que se toman las decisiones y se organiza la logística de sus operaciones. A los colaboradores de los delincuentes en las instituciones públicas, como al juez ya mencionado, se les debe dar el tratamiento que corresponde según los usos de la guerra.

No caben, ahora, las medias tintas ni los discursos -expresos o disfrazados- a favor del enemigo, tan propios de nuestras torpes e irresponsables élites académicas y de los activistas buenoides, teniendo en cuenta, además, que, como afirma Sun Tzu, no deben aplicarse los criterios del orden civil al orden militar.

La acción militar que, en este momento, es la opción prioritaria frente al ataque del narcoterrorismo, debe ser jurídica y socialmente respaldada.

Guayaquil, martes 09 de enero del 2024. Policías toman procedimiento en TC Televisión donde varios encapuchados ingresaron y tomaron rehenes al personal. Fotos: César Muñoz/API
Guayaquil, martes 09 de enero del 2024. Policías toman procedimiento en TC Televisión donde varios encapuchados ingresaron y tomaron rehenes al personal Fotos: César Muñoz/API

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