
Hanns Soledispa
Guayaquil, Ecuador
En el emocionante espectáculo que es la gestión económica de nuestro querido país, hemos sido bendecidos con un acto que desafía las leyes de la lógica y el sentido común. ¡Agárrense fuerte, damas y caballeros, porque aquí viene el gran número de subir impuestos en lugar de reducir el gasto público!
En este nuevo acto de la gran tragicomedia en la que se ha convertido este país, nuestros brillantes estrategas políticos han decidido que la mejor manera de enfrentar una crisis económica y de seguridad es, por supuesto, exprimir aún más a los ciudadanos. Porque, sinceramente, ¿quién necesita dinero en el bolsillo cuando puedes sentirte orgulloso de pagar más impuestos?
La narrativa se vuelve aún más fascinante cuando se añade el toque maestro de la amenaza. ¡Sí, han oído bien! Amenazar a los ciudadanos con la caída de la dolarización si no aceptan gustosos abrir sus billeteras para alimentar el insaciable apetito del gasto público. Es como decir: «O pagas más IVA o te devolvemos a la Edad de Piedra».
Pero, oh, estimados espectadores, no se preocupen, porque todo esto tiene sentido si lo ves desde la perspectiva de un universo paralelo donde la economía se rige por reglas misteriosas que solo los iluminados políticos pueden entender.
¿Quién necesita eficiencia y recortes inteligentes en el gasto público cuando puedes simplemente aumentar los impuestos y asustar a la población? Después de todo, la economía es solo una serie de números abstractos que pueden ser manipulados según el capricho del político de turno. ¿Quién necesita entender la oferta y la demanda cuando puedes simplemente amenazar con desdolarizar el país para obtener lo que quieres?
Es como si estuviéramos presenciando una obra maestra del absurdo, donde la política se viste de economía y baila desenfrenadamente sobre los bolsillos de los ciudadanos. ¿Qué importa la realidad económica cuando puedes tener un espectáculo tan emocionante como este?
En resumen, queridos lectores, preparen canguil porque el circo económico está en pleno apogeo. Estamos a punto de presenciar la magia de subir impuestos en lugar de recortar el gasto público, por millonésima vez, pero de seguro esta vez sí va a funcionar. Y recuerden, si no están de acuerdo, podríamos volver al trueque o, quién sabe, quizás a intercambiar conchas como en la antigüedad, porque supuestamente se nos cae la dolarización.
