Guerra contra el narcotráfico también depende de sacar discursos ‘woke’ de la sociedad ecuatoriana 

Diego Montalvo

Quito, Ecuador

 El país está atravesando una nueva crisis, hoy de tipo de seguridad, y nuevamente estamos viviendo lo que se dice un “hecho histórico”, de los tantos que ha tenido, y seguirá teniendo, Ecuador. Sin embargo, como en toda sociedad existen malos elementos, no sólo en un sentido criminal o de personas que pertenecen a bandas delincuenciales, sino también en esos individuos que se escudan en los tales “Derechos Humanos” para estar de parte precisamente de los antisociales que quieren vernos sumidos en el caos y el miedo y que todos agachemos la cabeza a sus caprichos.

Organizaciones feministas, la CONAIE, ciertos juristas (que incluso se oponen al TLC con China sin haber leído ni un párrafo del acuerdo) y un ex juez de la Corte Constitucional, son las caras de la progresía a quienes hay que señalarlos como parte del problema que hoy vivimos, así como al propio movimiento Revolución Ciudadana cuyos vínculos con el narcotráfico y la mafia son hoy innegables.

Lo ‘woke’ es un discurso peligroso y malicioso (su monstruoso cuerpo conformado por las cabezas Ramiro Ávila, Alberto Acosta, ideólogo del mamotreto de Montecristi y defensor de las leyes prodelicuenciales aprobadas en el gobierno de Rafael Correa, Lolo Miño…). Es un verdadero lastre. Las voces de esa corriente ayudan más con el silencio que “opinando”.

Por otro lado, el rol de las Fuerzas Armadas ha sido importantísimo, así como el de la Policía Nacional. Ecuador necesita una postura potente sobre lo que hoy enfrenta. Debe dejar de oír a esa izquierda rancia —la cual además está destrozando a Europa con las leyes de “fronteras abiertas”, un error que hoy Ecuador lo está pagando muy caro— y por el contrario dar la importancia en las escuelas materias como Ética, Moral y Cívica para entender el rol que cada uno tiene por el bien común y defender la institucionalidad del país, así como para mejorar la autoestima.

Lo progre, como se conoce vulgarmente, es un tema que no es menor, porque a la larga los discursos a favor de la criminalidad se traducen en una falsa idea de “igualdad social”. Falacias como que la pobreza produce criminalidad se repiten a diario. La sociedad no debe caer en esas tretas. La gente ha entendido, al menos eso es lo que se aspira, que la unidad es lo único que permitirá salir de la situación. Juntarse es lo que más odia la izquierda.

En la desunión y en la pelea (rico versus pobre, joven contra viejo, niño contra adulto, etcétera) es donde el socialismo ha visto su forma de operar y fomentar sus ideas. No buscan consensos y si el país quiere crecimiento económico o mejores condiciones de vida, la izquierda hace hasta lo imposible por evitar aquello tirando abajo tratados de libre comercio, posibilidades de inversión, cerrando petroleras y mineras y evitar todo tipo de cooperación internacional en todo nivel con enredos jurídicos y legales. Lo ilegal lo vuelven legal.

Los delincuentes son lo que son y no van a rehabilitarse nunca. No importa que sean adolescentes, adultos jóvenes, adultos maduros o ancianos, el criminal es lo que es. Las novelas negras y policiales nos dejan esta gran lección, las cuales de paso se recomienda las lean. El Padrino, El sueño eterno, El halcón maltés, El cartero siempre llama dos veces, El grito de la lechuza, Psicosis, El silencio de los inocentes son algunos libros que tal vez les hagan reflexionar sobre cómo opera el mal, el cual en reiteradas ocasiones han salido en su defensa.

En parte, los medios de comunicación deben hacer una mea culpa y bajarle al sensacionalismo. Los ataques reiterados de La Posta a policías y militares ahora sabemos cuál fue el fin. El “ñaño” de Norero no tiene máscara, sus planes se frustraron.  Hoy el país debe ver, internamente, cuáles son  sus aliados y cuáles sus enemigos.

Pedro Jesús Oviedo Zambrano, alias ‘Pingüino’, (de camiseta negra) y su hermano Bryan Robert Oviedo Zambrano (de rojo). Ellos encabezaban las extorsiones en la zona.

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