Quito, Ecuador
La abrumadora victoria del Nayib Bukele como presidente de El Salvador con más del 87% de los votos de los salvadoreños, pusieron en la palestra política que la gente prefiere sacrificar la democracia para combatir la inseguridad. Lo cierto es que la reelección de Bukele es legítima pero inconstitucional porque la norma del país centroamericano prohíbe una relección inmediata.
Entonces, detractores y simpatizantes del modelo “bukelista” analizan dos cosas: la primera que (según sus contrarios) que es una “dictadura” porque su oposición es prácticamente nula y El Salvador será gobernado por un partido único —estilo Rusia, China y ciertos países islámicos— y la persecución que ha hecho a quienes no están de acuerdo con su postura de “mano dura” contra la delincuencia a quienes Bukele tachó de “amigos de la mafia” en las que también están fundaciones y organismos que defienden los Derechos Humanos.
Mientras sus simpatizantes dicen que ganó limpiamente porque fue el pueblo quien lo reeligió y aplauden justamente esa postura radical contra los pandilleros.
En Ecuador por ende surge la pregunta: ¿es posible combatir las mafias dentro de una democracia sin esperar que lo haga un dictador? Esencialmente, el país por más crisis que se han tenido, los ecuatorianos, históricamente, no han sido amigos de tener un dictador. El caso más reciente es el de Rafael Correa, que en sus ánimos de enquistarse en el poder para siempre terminó prófugo de la justicia tras ser enjuiciado por sobornos con las mismas leyes que él hizo para perseguir a sus opositores.
El mismo secretario de Comunicación de Daniel Noboa, Roberto Izurieta, precisó en el programa Vera a Su Manera, que el presidente no tiene intenciones de ser ni un dictador ni un emperador. Las Fuerzas Armadas gozan de 83% de aceptación y la Policía Nacional el 60% debido a las acciones en conjunto contra la inseguridad y evidentemente la gente en sí ha afirmado que un gobierno militar “no estaría mal”, sin embargo este escenario es poco probable.
Daniel Noboa entonces está enfrascado, además, en buscar recursos para el Estado, porque una lección que deja Nayib Bukele, es que no necesariamente tener seguridad implica tener más inversión. De hecho, según dijo el propio Daniel Noboa, Ecuador crece más que El Salvador en términos del PIB y México lo hace de manera aún más exponencial a pesar de ser un país más inseguro que Ecuador y El Salvador.
Poner en orden las cuentas fiscales es prioridad, dejar atrás el modelo del Socialismo del Siglo XXI de un Estado paternalista y eliminar secretarías innecesarias como la Senescyt y el Ministerio de la Mujer es importante para reducir gastos del Estado. Volver autónomo al IESS y dejar que el Gobierno Central financie a los GADs al tiempo que concesionar el espacio radioeléctrico y atraer inversión para energía y cárceles de tipo privado podría ser otra solución.
Esos dineros ahorrados, evidentemente, serían destinados a seguridad y de paso a abrir nuevas inversiones para el país. Valga la oportunidad para hacer al Estado más eficiente, más pequeño y que no ponga tantas trabas. La Asamblea Nacional también tiene que dar su espacio y apoyo para las reformas que sean necesarias. El trabajo de la sociedad es asimilar el sitio en el que nos encontramos y con esa idea de unidad contra la delincuencia es también para entender un modelo de desarrollo del país en un sentido de optar todos por un camino.