El nuevo Febres-Correíta vs. el PRI-Morena de toda la vida

Santiago Roldós

Guayaquil, Ecuador

Para entender la política no sólo latinoamericana convendría leer menos los periódicos, sobre todo los partidistas, y recurrir más a John Le Carré, Mario Puzo o El Padrino.

Daniel Noboa, el presidente de Ecuador, es Michael Corleone, un heredero a quien la historia ha dado la oportunidad de lavar la cara de una dinastía de evasores de impuestos y especuladores que amasó su fortuna haciendo papilla a sus adversarios, gracias a sus históricas extorsiones y entendimientos con agentes políticos corruptos de centro, derecha e izquierda (el mismo correísmo fue su aliado, no sólo hizo vista gorda ante las injusticias de las empresas del padre de Daniel, sino que su tía Isabelita fue estrella del socialismo ecuatoriano del Siglo XXI).

Y aunque Andrés Manuel López Obrador se cree el nuevo Cura Hidalgo, en realidad no es más que un títere del Ejército y el empresariado, que sólo lo dejó acceder a la presidencia de México -de la que al menos en 2006 lo apartaron de modo fraudulento, quizás no tan vergonzosamente como a su ex coideario, Cuauhtémoc Cárdenas, en 1988-, tras los fracasos de Felipe Calderón (PAN) y Enrique Peña Nieto (PRI), ambos criminales de lesa humanidad.

Por supuesto que AMLO, cuya popularidad es comparable a la de Bukele o Hitler, ha pagado el viejo peaje que consiste en asumir que gobernar es siempre de derecha. Aquí unas cuantas gotas de su particular cercanía con el extractivismo patriarcal de Noboa, “el facho”: su eco y genocida Tren Maya; la declaración del Ejército Zapatista de Liberación Nacional contra su gobierno, como continuidad neoliberal del pasado; o la extrema violencia con la que ha defendido a sus patrones del ejército, denostando a madres, abuelas y demás rastreadoras de personas desaparecidas en su país.

Por otra parte, más allá de las convenciones internacionales violadas por ambos presidentes, sin duda Noboa de manera más burda y suicida -a menos de que sea parte de una estratagema gringa, a punto de reventar una nueva bomba de vínculos del narco con el ejército mexicano y su servil AMLO-, hemos de aclararnos: esta ha sido una pelea de gallos, ciertamente asimétrica, tanto en la experiencia como en la dimensión de sus respectivos países, entre un nuevo proyecto de autoritarismo en Ecuador, permítanme bautizar a Noboa como el nuevo Correíta, y la impunidad y simulacro típicos del viejo PRI, cuya modernización y amnesia encarna AMLO.

Por supuesto que, como suelen los maltratadores de nuestro continente, el nuevo Correa y el PRI-Morena de toda la vida amenazan gravemente las relaciones amigables de dos pueblos fraternos.

En lo que a mí respecta, pido perdón al pueblo mexicano, a mis amigxs y a mi familia de allá: nada justifica la violación de una Embajada. No me alcanza con explicarles que Jorge Glas ha tenido en Ecuador mayor seguridad jurídica que lxs familiares de las víctimas de Ayotzinapa, y que para mí ha sido particularmente doloroso, no sólo como ecuatoriano, ver cómo “la izquierda” mexicana ha permitido que nuestro amado México se convirtiera en el nido de las ratas de la Revolución Ciudadana.

También como mexicano de adopción me ha resultado terrible. Estamos muy lejos de las disidencias argentinas y chilenas de los 70 o del exilio español del 39, donde eran pueblos, profesionales de clase media más o menos ilustradxs e intelectuales maniatadxs, no élites tecnocráticas corruptas. Si acaso cabe una comparación sería con el asilo vergonzante y calladito del Sha de Irán: eso fue y eso es la mal llamada Revolución Ciudadana del Ecuador, una fábrica de monarcas.

Esto aparte, como latinoamericano y ser humano, me pregunto con sinceridad sobre el devenir de nuestros modelos de representación: aparte de Jaime Roldós, muerto en una catástrofe aérea jamás investigada, los otros dos presidentes que, nos guste o no, tienen un hueco en los corazones de nuestros compatriotas, son León Febres-Cordero y Rafael Correa, dos absolutistas que destrozaron instituciones, persiguieron opositores a veces hasta su masacre y fundaron dinastías como las del Sha en nombre de su amor a la Patria. Este es nuestro mayor problema: nosotrxs mismxs.

No sé si lo logre, pero me resulta obvio que, por genealogía y dado el actual estadio fascista del mundo, Daniel Noboa va por la misma senda autoritaria popular. Harían bien los llamados “anti correístas” en no reproducir lo que dicen que detestan.

Pd: El decreto ejecutivo 218 que acaba de firmar ratifica que Noboa, para él mismo, ha dejado de ser Presidente, y se ha declarado Emperador.

Quito, viernes 5 de abril del 2024. Ingreso de grupos especiales de la Policía a la Embajada de México, para la captura del ex Vicepresidente Jorge Glas. Fotos: ALBERTO SUAREZ /API

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