
Quito, Ecuador
¡Atención a todos los aficionados de los viajes en el tiempo y dramas legales internacionales! Tengo una primicia del futuro que pondrá patas arriba todo lo que creías saber sobre diplomacia, asilo y la infalible justicia. ¿Se han preguntado alguna vez qué pasaría si un país decidiera irrumpir en la embajada de otro?
A los que no creen que vengo del futuro, los veré releyendo esta nota en unos meses, porque la historia que estoy a punto de contarles es tan increíble como cierta. Como recordarán, Ecuador, en un acto de valentía o desesperación (o estrategia de marketing político), arremetió contra México en un duelo de demandas legales, digno de novelas de John Grisham. Sí, así es, la embajada de México en Quito se convirtió en el epicentro de un conflicto que haría temblar a cualquier tribunal internacional.
¿Qué tan lejos estamos dispuestos a llegar para hacer valer nuestra justicia? ¿Es realmente justificable poner en riesgo nuestra imagen y relaciones internacionales?
Comenzó con el arresto del ex Vicepresidente de Ecuador, quien, por alguna razón cósmica, estaba refugiado en la sede diplomática. Nuestra policía irrumpió en la embajada, con la elegancia de un elefante en una cacharrería, y se llevó a Glas, desatando un torbellino legal épico, mientras el pueblo gritaba: “¡Bravo mi presidente, a Ecuador se lo respeta!”
México no se quedó de brazos cruzados y demandó a Ecuador ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), alegando la transgresión de la inviolabilidad diplomática y otras cositas legales. La trama se complicóؚ aún más cuando Ecuador decidió contrademandar a México por interferir en asuntos internos, argumentando que el asilo otorgado a Glas fue más falso que billete de tres dólares, que el allanamiento fue “excepcional” y que no lo volverían a hacer. ¡Así como lo oyes!
Entonces el pueblo gritó: “Sí se puede” y la mayoría de los medios posicionaron una narrativa que justificaba la ruptura del estado de derecho, en la que la inviolabilidad de las misiones diplomáticas, algo sacado de cuentos de hadas, no es tan invulnerable como el mundo civilizado nos vende.
Según los expedientes del futuro, la CIJ falla a favor de… ¡tachán! ¡México! Ecuador pierde este juego de demandas legales; hasta los superhéroes del gobierno tienen su kriptonita. Sin embargo, no nos importó mucho que el principal órgano jurisdiccional del mundo señalara nuestra metedura de pata; ¿qué van a saber los jueces del Tribunal de La Haya, los redactores de la Convención sobre Relaciones Diplomáticas o el mundo civilizado?
Después de la sentencia, en Ecuador no hubo fiscalización de la Asamblea, juicios políticos, ni rendición de cuentas, tampoco sangre en la cara o un “mea culpa”.
Entonces, ¿Qué papel juega la opinión pública en la percepción de la legalidad de un acto gubernamental? Todos.
¿Es el respaldo popular un justificante para cualquier acción, por más cuestionable que sea? Siempre.
Los argumentos presentados por Ecuador fueron convincentes para nosotros, el pueblo, que no tiene por qué ser experto en derecho internacional. Todos quienes pensaron distinto fueron unos vendepatrias; porque ser un buen ecuatoriano implica defender a tu gobierno así esté desprovisto de razón. El 5 de abril pasó a la historia como el día en que el Gobierno hizo respetar a Ecuador; nos abrazamos en nuestra ignorancia colectiva y nos reímos de las repercusiones diplomáticas.
¿Qué aprendimos de este drama legal futuro? Primero, que en el mundo diplomático y del derecho internacional, nada es lo que parece; Ecuador, virtuoso paladín de la justicia, termina derrotado en batalla, demostrando que hasta los David más valientes pueden caer ante un Goliat asistido por el derecho y la razón.
A aquellos que aún dudan de mi procedencia temporal, asegúrense de tener a su abogado cerca y una buena dosis de suerte porque, como nos enseña este pequeño vistazo al futuro, la distopía legal ecuatoriana es un lugar donde las sorpresas nunca faltan y donde la justicia puede tener más giros y vueltas que una montaña rusa. Después de todo, ¿qué problema no puede resolverse con un buen ceviche? Igual, mañana todos debemos levantarnos para ir a trabajar.
