Guayaquil, Ecuador
La grave situación por la que atraviesa nuestra economía, sumada al problema de inseguridad y la crisis institucional que estamos viviendo, debería obligar a quienes nos gobiernan a tomar decisiones económicas que nos permitan salir cuanto antes de los paupérrimos crecimientos económicos que ha tenido el Ecuador en los últimos años, en relación con el crecimiento de su población, para lograr una economía con crecimiento sostenido.
Esto implica que debemos dejar de hacer lo mismo de siempre, esperando resultados diferentes. Gobernar también involucra la capacidad de hacer lo que es correcto, aunque grupos de presión, a veces incluso los violentos, se opongan.
Según el economista Jesús Huerta de Soto, algunas de las líneas maestras de un programa económico ideal serían las siguientes:
- Acabar con la inflación. Algo que el Ecuador logró combatir de forma exitosa cuando adoptó el dólar como moneda de curso legal. Sin embargo, este cambio no vino acompañado de la liberalización de las tasas de interés para que alcancen sus niveles de mercado, ni de la integración financiera para fomentar la entrada de la banca internacional. Un tema que 24 años después aún se mantiene pendiente.
- Desaparecer el déficit público. Es decir, que el gobierno deje de gastar más de lo que ingresa. A pesar de que muchos políticos hacen afirmaciones vacías sobre la necesidad de hacerlo, no se toma ninguna medida efectiva para disminuir el gasto público.
- Liberalizar al máximo la economía. Cuanto más libre y flexible sea el sistema de precios, menos doloroso y duradero será el necesario ajuste económico.
- Disminución de impuestos. Se trata de una medida necesaria para fomentar el ahorro y disminuir el peso del Estado sobre los hombros de los ecuatorianos.
- La responsabilidad de mantener el empleo no debe recaer sobre el Estado. El gobierno no debe ser responsable del mantenimiento del empleo, ya que, dentro de una economía de mercado, es imposible que el gobierno sea capaz de crear cualquier cantidad permanente de puestos de trabajo en el sector privado. Esta enseñanza de la ciencia económica se comprueba en la realidad práctica de la vida diaria, en la que los gobiernos hacen todo lo posible, vía leyes y decretos, para mantener y crear cada vez más empleos, pero sus esfuerzos resultan constantemente infructuosos.
Mediante las adecuadas políticas públicas, fiscales y laborales que impliquen menos intervención y regulación sobre el sector privado, se podrá garantizar en el mediano y largo plazo una economía con crecimiento sostenido que garantice el pleno empleo, el ahorro, la inversión y una mejora real en la vida de los ecuatorianos.