Parecía, pero no ha sido

Fernando López Milán

Quito, Ecuador

En medio del conflicto entre el presidente y la vicepresidenta de la república, Juan Esteban Guarderas, vocal del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, presentó una denuncia contra Verónica Abad, la vicepresidenta, por haber cometido una infracción electoral. ¿Por qué lo hizo? Porque, según dijo, ese era su deber como ciudadano.

La denuncia de Guarderas es, sin duda, correcta en la forma. Lo que no significa que lo sea también en el fondo. ¿Por qué? Por la falta de coherencia entre la finalidad por él declarada y la finalidad a la que realmente apunta su acción, que, como a nadie ha pasado inadvertido, beneficia al presidente, Daniel Noboa, en su disputa con la vicepresidenta.

Las acciones formalmente correctas, pero incorrectas en el fondo, son fraudes o engaños. Solo que quien los comete no está sujeto a ninguna sanción más allá de la eventual crítica de la opinión pública. Guarderas, con su denuncia, no ha hecho nada que no hayan hecho ya otros políticos. Es decir, parecer correcto, parecer bueno, parecer justo.

Así, como hombre correcto, se presentó a la ciudadanía. ¿Y quién podía pensar lo contrario de alguien que ha sido director de una fundación de lucha contra la corrupción y que fue abogado de la Comisión Nacional Anticorrupción?

El caso de Juan Esteban Guarderas nos conduce a un terreno espinoso de la ética, por el peligro de relativismo que comporta, el de las acciones que no son malas en sí mismas, sino en relación con el contexto en el que se realizan o con los fines reales que persiguen.

Denunciar a alguien que ha cometido una infracción electoral no es malo; resulta, incluso, plausible. Denunciar a alguien para favorecer a otro con el eventual castigo que esta persona reciba y, gracias a esto, obtener beneficios personales no confesados, es un acto incorrecto: una manera de usar la justicia para fines que le son ajenos, con lo cual, esta deja de ser un fin en sí misma y se convierte en un simple instrumento.

Usar la justicia de esta manera la desgasta, la vuelve irrisoria. Y nuestras instituciones son ya demasiado débiles como para seguir soportando usos inadecuados, sobre todo, de aquellas personas que desempeñan cargos públicos de relevancia.

Juan Esteban Guarderas, ayudado por su nombre sonoro, parecía; lamentablemente, no ha sido lo que aparentaba.

El vocal del Consejo de Participación Ciudadana, Juan Esteban Guarderas, en una foto de marzo de 2024.

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