Prueba de fuego para candidatos a la vicepresidencia

René Betancourt

Quito, Ecuador

La reciente experiencia de Verónica Abad, vicepresidenta de Ecuador, ha revelado las fisuras y peligros inherentes a la relación entre el presidente y su segundo al mando. En lugar de ser un bastión de apoyo y colaboración, esta relación se ha convertido en un campo de batalla marcado por conflictos, desconfianza y persecución política. Para cualquier futuro aspirante a la vicepresidencia, la capacidad de responder de manera contundente y clara a preguntas sobre este tema no es sólo un requisito; sino una prueba de fuego que debe dar cuenta de su preparación, integridad y capacidad para enfrentar los desafíos del cargo.

Como punto de partida, un candidato sin un respeto profundo de la sucesión constitucional y dignidad institucional muestra un compromiso cuestionable con los principios democráticos. La falta de postura puede indicar una incapacidad para manejar conflictos internos y mantener una relación de trabajo productiva con el presidente, que es crucial para asegurar una administración eficaz.

La tibieza a la hora de condenar lo sucedido a Abad puede ser vista como un signo de ambigüedad y oportunismo político. Un candidato que no se compromete con la justicia y la transparencia está más interesado en su propia agenda que en el bienestar del país. La política no debe ser una cuestión de gratitud o lealtad ciega, sino de servicio público. Cualquier persona que no comprende esto prioriza intereses personales o partidistas sobre los del pueblo.

Adicionalmente, un candidato que no pueda condenar la persecución política que sufrió Abad demuestra una falta de coraje para enfrentar la injusticia, sugiriendo que podría ser susceptible a presiones y manipulaciones, reproduciendo el mismo ciclo de abuso. Además, no condenar explícitamente la persecución política sugiere complicidad o aprobación tácita de las injusticias cometidas, alienando a los votantes que buscan líderes con principios firmes y una brújula moral clara.

Parafraseando a Hubert Humphrey, 38º Vicepresidente de los Estados Unidos: «[En Ecuador,] el Presidente tiene sólo 18 millones de jefes. El Vicepresidente tiene 18 millones y uno». Esta cita subraya la importancia del papel del vicepresidente en representar a la nación en su totalidad y no como una figura simbólica o decorativa.

La democracia, en su esencia, es un ejercicio racional donde los ciudadanos eligen a sus representantes basándose en propuestas, programas y valores. Sin embargo, la realidad nos muestra que el voto está impregnado de emociones, prejuicios y lealtades partidistas que a menudo eclipsan la razón. Se vota más con las tripas que con la cabeza, dejando espacio para influencias demagógicas, el populismo y la manipulación mediática.

La ciudadanía desea democracia, pero al mismo tiempo, algunos parecen dispuestos a romper el estado de derecho cuando les conviene. Este enfoque selectivo no sólo socava la legitimidad de nuestras instituciones, sino que también perpetúa un ciclo de desconfianza y fragilidad democrática. Debemos exigir coherencia y responsabilidad tanto de nuestros líderes como de nosotros mismos, si queremos un país más justo y democrático.

En este contexto, no se trata de apoyar ni criticar a Abad, sino de enfocarse en los principios universales sobre liderazgo, ética pública y respeto a la Constitución, independientemente de las personas involucradas.  Por ello, las siguientes preguntas resultan necesarias:

  1. ¿Aceptaría usted una misión diplomática en un país en guerra como medio para apartarlo de Ecuador, si así lo decidiera el Presidente?
  2. ¿Considera usted que el aislamiento político de un vicepresidente es una decisión admirable?
  3. ¿De encontrarse en una situación similar a la de Abad, con presiones para renunciar, traicionaría la confianza de los electores?
  4. ¿Cómo respondería usted a acusaciones políticas o personales en contra de su familia?
  5. ¿Considera justo que se politicen los procesos judiciales contra familiares de funcionarios?
  6. ¿Qué mensaje daría a los votantes que apoyaron un binomio, pero ahora se oponen a que la vicepresidenta asuma la presidencia temporalmente?
  7. ¿Cuál es su posición sobre la sucesión constitucional en caso de ausencia del presidente?
  8. ¿Está de acuerdo con que el vicepresidente debe asumir la presidencia temporalmente si el presidente se ausenta para hacer campaña?
  9. ¿Considera correcto y justificado el trato que recibió Verónica Abad por parte del presidente Noboa?
  10. ¿Está dispuesto a condenar públicamente las acciones en contra de Verónica Abad si considera que fueron injustas?

Un candidato incapaz de responder a estas preguntas está revelando más de lo que oculta. Devela una posible falta de preparación para el cargo, una ambigüedad moral preocupante y una predisposición a perpetuar los mismos errores y abusos que han manchado nuestra historia política reciente. La historia de Verónica Abad debe servir como un recordatorio constante de los peligros de la persecución política y la importancia de la integridad y la transparencia en el liderazgo. Candidatos a la vicepresidencia, tomen nota: el país no necesita más complicidad y silencio ante la injusticia. La prueba de fuego está aquí, y el pueblo necesita líderes valientes, comprometidos y transparentes.

Quito 23 de noviembre 2023. Los mandatarios electos Daniel Noboa y Verónica Abad, en la Asamblea Nacional, poco antes del acto de posesión , en la Asambela Nacional. API / ROLANDO ENRÍQUEZ

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