Defendiendo lo indefendible: El especulador

Carlos Cobo

Guayaquil, Ecuador

Con el reciente aumento del precio de los combustibles, muchos productores y consumidores han denunciado un alza especulativa en los precios de los productos, tanto de los que sirven como materia prima para diferentes industrias como de los bienes de consumo final. Esto afecta los costos para producir y encarece el costo de vida de la gente.

Ante esta situación, ya hay muchos gremios solicitando a los diferentes ministerios y entes encargados que realicen controles en contra de la especulación y el acaparamiento en centros de acopio, así como el control en las tarifas de transporte.

Sin embargo, la especulación en una economía no es necesariamente algo negativo. Desde el punto de vista económico, los especuladores que se lucran no se aprovechan de nadie; son más bien intermediarios de las oportunidades y permiten que haya existencias para ciertos productos y que lleguen a quienes más los necesitan.

Hay que tener en cuenta que ellos también asumen riesgos. Todas las transacciones empresariales son estrictamente voluntarias; las personas que comercian tienen la libertad tanto de rechazar como de aceptar sus ofertas. Si aceptan, aun cuando hubiesen querido pagar menos por su adquisición, es porque en primera instancia consideraron que el intercambio les beneficiaba.

El término especulación es usado en términos peyorativos, pero es muy beneficioso para la sociedad. La posibilidad de lucrarse con esta actividad es un indicio de que algo está fallando en nuestra economía, que no hay suficiente de cierto producto para todos y, de esta forma, se impone un remedio al problema económico.

Los detractores de los especuladores y quienes piden intervención del gobierno para resolver este problema cometen dos grandes errores. Primero, en la medida que atacan esta actividad, están atacando el derecho al libre albedrío que tenemos todos los seres humanos en el ámbito económico, lo que incluye vender nuestras propiedades a los precios que consideremos convenientes, asumiendo cada uno de nosotros el costo, ya sea de nuestros errores o aciertos.

Por otro lado, no se dan cuenta de que el verdadero problema no son quienes se dedican a especular con los precios de los bienes y servicios, sino el hecho de que tenemos una economía altamente regulada e intervenida, que no permite la libre importación de productos para hacer frente al incremento de los precios y que impone precios de sustentación.

A esto se suman los altos impuestos que tiene nuestro país en relación a los países vecinos y el hecho de que se eliminen los subsidios, cosa necesaria, pero que no se hayan dado medidas de compensación. Por lo tanto, la verdadera cuestión a tratar no debe ser la especulación, sino el gobierno y la burocracia.

Quito, 26 de diciembre. En horas de la tarde ya se oficializa el nuevo precio de la gasolina extra. APIFOTO / DANIEL MOLINEROS

Más relacionadas