Naples, Estados Unidos
Bajo cualquier medida, la dolarización es un éxito, ya que es popular y ha sobrevivido más que cualquier constitución o régimen monetario de la historia. Sin embargo, los ecuatorianos siguen migrando y votando por medidas contrarias a la apertura económica y la inversión extranjera.
Esta contradicción se debe a la historia. En el Ecuador, las ideologías marxistas han prevalecido en la política ecuatoriana desde siempre. Este legado facilitó la subida de Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacio y, finalmente, Correa. Este afán por la planificación central ha impedido que el sector privado aproveche al máximo los beneficios de la dolarización.
El exceso de impuestos, aranceles, trámites y burocracia sofocan al sector privado que, a pesar de esto y gracias a la dolarización, ha logrado seguir creciendo. Sin embargo, este despilfarro de recursos para alimentar a una burocracia no puede seguir para siempre. Uno de los dos sistemas tendrá que cambiar.
La deuda y el despilfarro de los correístas lo pagan futuras generaciones (empezando desde ahora). Esto se demuestra en la nueva ola de emigración de ecuatorianos. Las cifras de ecuatorianos cruzando el Darién son similares a las experimentadas durante la crisis de 1998-99, la cual se detuvo con la dolarización. Los migrantes actuales no se van porque están disgustados con la dolarización; al contrario, la defienden. Están votando con los pies en contra del Socialismo del Siglo XXI.
El sistema mercantilista que aplica el Socialismo del Siglo XXI se basa en «atrapar los dólares», en lugar de dejar que los dólares fluyan libremente. Esto explica las bajas cifras de inversión extranjera y de crecimiento económico. Las últimas cifras de inversión extranjera en el país dan pena, tan solo USD 379 millones en el 2023. En el mismo periodo, el Perú registró USD 30 mil millones, del cual 22% estuvo en el sector financiero.
Esto demuestra la diferencia entre los sistemas políticos de ambos países. Mientras el Perú se dedicó a privatizar y apoyar la empresa privada, el Ecuador se dedicó a endeudarse para construir obras faraónicas que hoy se desmoronan. Sin contar con los ingresos petroleros, el Perú ha logrado superar al Ecuador en términos de PIB per cápita.
El endeudamiento agresivo durante la época de Correa es un lastre para el país. Muchos se quejan de que no se han hecho obras en los años desde que Correa salió del poder, pero esto es un argumento falaz e ignorante de la realidad. No es posible hacer nuevas inversiones cuando se está pagando por los gastos incurridos en el pasado.
Correa asumió con superávits, tuvo mayores ingresos de petróleo, endeudó al país y lo dejó con déficits crónicos. Culpar a los gobiernos post-Correa por falta de inversión y obras es pasarle la factura a quien no tiene la responsabilidad de haber creado la situación que no permite invertir en el país. Es simplemente ignorante de la realidad.
El agresivo endeudamiento y engrosamiento del gasto público es el legado del correísmo, y no se puede tapar el sol con un dedo. El incremento de deuda bajo Correa fue grosero, y el gasto gubernamental también, todo esto a pesar de gozar de los más altos precios de petróleo de la historia.
Contrario a lo que vociferan sus simpatizantes, Correa no solo disminuyó el crecimiento económico, sino que estancó el crecimiento de capital humano (un índice que mide educación, mortalidad infantil, acceso a servicios, etc.). Abajo un cuadro que demuestra este resultado:
Esta es la triste realidad del Ecuador hoy, el cual parece estancado en crecimiento económico y también en crecimiento de capital humano. ¿Y qué podemos esperar de una economía donde uno de cada cuatro empleados formales trabaja para el Estado? La aritmética es simple: un burócrata consume lo que otro ciudadano crea, dejando solo dos personas para crear riqueza donde cuatro comen.
Cuando les hablen los correístas de lo bien que nos iba bajo Correa y la falta de inversión desde su gobierno, harían bien en enseñarles cifras y hacerles caer en cuenta que, después de la farra, alguien tiene que pagar la cuenta. En este caso, la cuenta la pagan los ecuatorianos que migran y que no tienen empleo formal. El legado de Correa es haber condenado a una generación entera de ecuatorianos a la miseria, habiendo podido acelerar el crecimiento que la dolarización apoya.