Guayaquil, Ecuador
Causa sorpresa la publicación en The Economist el artículo del periodista Alexander Clapp que señala que Ecuador es «el nuevo narcoestado del mundo».
No hay ninguna acepción que le identifique como narcoestado a un país, se podría decir que un estado ha caído en manos de las mafias del narcotráfico y que administran todos los componentes de dicho estado y que no hay una autoridad legítima que gobierne.
Cierto es que nuestro país pasa por situaciones difíciles y que la violencia ha crecido enormemente fruto de la presencia de bandas criminales y de mafias extranjeras que manejan el terrible negocio de las drogas, a esto se suma la corrupción y la impunidad que abonan a este clima de inseguridad y miedo de la ciudadanía. Decir que Ecuador es un narcoestado es una gravísima estigmatización y un grave daño que el mencionado periodista ha hecho con esa publicación a nuestro país. Publicación sin rigor investigativo, direccionado a focos de violencia conocidos especialmente de la costa ecuatoriana en donde las bandas criminales del narcotráfico operan para el traslado de la droga por el mar.
La reputación de nuestro país a nivel internacional se verá afectada y las consecuencias se sentirán en lo económico, habrá recelos en los inversionistas, el turismo será afectado enormemente, las restricciones para visitar un país serán más duras en la tramitación de visas.
Esto resulta injusto, países como México no ha sido señalado de esa forma dañina pese a su situación de inseguridad grave que vive permanentemente; igual Colombia, tiene más de 300 mil hectáreas sembradas de plantas de hoja de coca y la producción gigantesca de cocaína, alrededor de 2800 toneladas al año.
Si bien es cierto, uno de los efectos negativos de la dolarización de nuestro país es que se facilita el lavado del dinero sucio del narcotráfico, pero dada nuestra pequeña economía, resulta insignificante la cantidad que se estima se lava en Ecuador, según la agencia de noticias alemana DW, unos 3 o 4 mil millones de dólares al año. El grueso de blanqueo de capitales ilegales, que suman miles de millones, se lo hace en centros financieros de Estados Unidos y Europa.
Más bien nuestro país resulta víctima de esta situación, ponemos los muertos y sentimos el inédito clima de violencia porque simplemente hay una gran demanda de la droga y obviamente crece la oferta y nuestro país ha mutado de país de tránsito a ser una plataforma de distribución de la droga a nivel internacional.
Esta situación que vive el país ha sido un grave cáncer que ha hecho metástasis, producto de la complicidad de un gobierno que pactó con las bandas criminales y recibió incluso recursos económicos para su campaña y de la lenidad de los subsiguientes, que mal que bien tienen su grado de responsabilidad.
Ahora, el actual gobierno tiene la obligación de hacerle frente a este flagelo y garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. Para atenuar esta situación y para devolverles la paz social a los ecuatorianos se requiere el esfuerzo de todas las autoridades en los diferentes niveles, de las organizaciones políticas, de las universidades, de las organizaciones gremiales, de la empresa privada y de todos los ciudadanos que debemos unirnos en una cruzada cívica y patriótica para salvar este maravilloso país que es el Ecuador.